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Número 5: La Contribución de la Comunidad Británica en México hacia la Victoria Aliada, 1939-1945 

Índice

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Introducción

Antecedentes Históricos

La Oficina de Información Aliada

El Comité de Caridad de Guerra

Las Tropas Femeninas Auxiliares

Las Fuerzas Armadas

Reconocimientos

Bibliografía

 

“Sin importar quién caiga, Inglaterra no lo hará. Esta gente se ha sentado aquí durante mil años y aquí continuará sentándose. No se separarán ni armarán una revolución desesperada, como sus vecinos; pues ellos tienen tanta energía y tanto control de carácter como nunca lo han tenido”

Ralph Waldo Emerson (1803-1882)

 

Índice

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Introducción

Antecedentes Históricos

La Oficina de Información Aliada

El Comité de Caridad de Guerra

Las Tropas Femeninas Auxiliares

Las Fuerzas Armadas

Reconocimientos

Bibliografía

 

“Sin importar quién caiga, Inglaterra no lo hará. Esta gente se ha sentado aquí durante mil años y aquí continuará sentándose. No se separarán ni armarán una revolución desesperada, como sus vecinos; pues ellos tienen tanta energía y tanto control de carácter como nunca lo han tenido”

Ralph Waldo Emerson (1803-1882)

 

Introducción

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Durante los aproximadamente trescientos cincuenta años transcurridos desde que el primer inglés conocido arribó a las costas mexicanas, han habido varios períodos de intensa actividad británica en este país. Sin minimizar los inevitables conflictos inherentes a esta confrontación entre dos culturas remarcadamente distintas, es seguro decir que, en resumen, la presencia anglosajona en la República Mexicana ha sido bienvenida. Gracias a la ética tradicional de trabajo de la Inglaterra protestante, la productividad ha sido siempre un sello distintivo de los británicos y el desarrollo de México muestra una clara evidencia de esta característica. La primera década posterior a la partida de los españoles, fue testigo del comienzo de la influencia de Cornwall en las minas. Sin aquellos hábiles y experimentados mineros de estaño de Cornwall, es dudoso que la minería mexicana hubiera resucitado tan rápidamente.

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Otro momento de extraordinaria actividad inglesa en México, ocurrió durante el período de prosperidad de treinta años bajo el mandato del Presidente Porfirio Díaz, aproximadamente de 1880 a 1910. El Presidente Díaz impulsó la inversión extranjera y los británicos respondieron con una gran variedad de empresas: enormes construcciones portuarias, la introducción de las vías férreas, banca internacional, grandes proyectos de electrificación, desarrollo industrial a gran escala e, incluso, extensas empresas agrícolas.

A pesar de los trastornos causados por la Revolución Mexicana, es probable que las empresas comerciales británicas alcanzaran su ápice durante los años veinte, cuando florecieron las compañías aseguradoras, se disparó la venta de bienes raíces y prosperaron las fábricas. Las casas comerciales realizaron brillantes negocios trayendo bienes manufacturados y artículos de lujo a México, en donde una clase comercial de reciente creación los adquiría gustosamente a altos precios.

México se encontraba en un manifiesto crecimiento de bellos distritos residenciales, como las colonias Roma y Condesa, seguidas rápidamente por Lomas de Chapultepec, a principios de los años veinte. Las casas de fin de semana en San Ángel y Tacubaya e, incluso, en Cuernavaca, son un indicativo de la afluencia de aquella época.

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Los años de la presidencia de Don Lázaro Cárdenas (1934-1940), significaron restricciones para la empresa extranjera en México. Las vías férreas de propiedad británica y norteamericana fueron adquiridas por el gobierno mexicano. El negocio asegurador se redujo drásticamente por un proceso de mexicanización, que culminó en 1938. Pero el más contundente golpe a los intereses concedidos a los ingleses fue la expropiación gubernamental de la industria petrolera, en marzo de 1938. Tomado por sorpresa con esta decisión, el gobierno británico reaccionó con una sorprendente falta de tacto. “La actitud de Gran Bretaña fue demasiado brusca”, de acuerdo con R.H.K. Marett*, quien radicaba en México en aquella época. Después de que la tercera nota insultante se había intercambiado en la batalla diplomática resultante, fue retirado de su cargo el ministro mexicano en Londres y lo mismo ocurrió con el ministro británico en México y, para junio del mismo año, todas las relaciones diplomáticas se habían dañado. No fue sino hasta la Caída de Francia y Pearl Harbor que dichas relaciones se recuperaron y Charles Bateman fue nombrado Ministro en México, en enero de 1942.

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El siguiente capítulo en la historia de los ingleses en México se relaciona con otro período de sorprendente actividad británica en el país, entre 1939 y 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial atormentaba a las islas británicas y al continente europeo. Como se verá más adelante, México también era un campo de batalla. De hecho, lo había sido durante las tres décadas precedentes sin ser siquiera detectado por la mayoría de sus habitantes, aunque esta ignorancia no disminuía su calidad beligerante. Era una guerra de propaganda infiltrada en muchos niveles; una guerra de ideologías contrapuestas, ninguna de las cuales estaba orientada a servir los intereses de México.

No solamente la comunidad británica demostró una cohesión tan extraordinaria entre sus miembros. Este período también marca un alto grado de cooperación entre todas las comunidades extranjeras residentes en México, con la obvia excepción de aquellas relacionadas con el Eje. Grupos franceses, polacos, españoles, holandeses, noruegos, griegos, sirios-libaneses, belgas y checoslovacos cerraron filas y, junto con Gran Bretaña, los estados libres asociados y los Estados Unidos, formaron el Comité Inter-Aliado. Los representantes de dichas nacionalidades se reunieron cada tarde del jueves en el Club Británico, desde el otoño de 1939 hasta octubre de 1945. La urgencia de la situación produjo un destacado liderazgo, una intensa dedicación y una trascendente lealtad a la causa común de impedir que Hitler dominara Europa y, a partir de ello, intentara establecer un régimen fascista en el hemisferio occidental.

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* Posteriormente Sir Robert H. K. Marett

 

Capítulo I: Antecedentes Históricos:

Las Relaciones de México con Alemania, Gran Bretaña, los Estados Unidos y Francia durante la Pre-Guerra.

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Con el fin de contar con una idea clara de la situación en México, mientras la Segunda Guerra Mundial despuntaba en Europa, es vital que sea comprendida una considerable cantidad de información como antecedente. Bárbara Tuchman, en su libro The Zimmermann Telegram* (el Telegrama Zimmermann, en español) hizo algunas sorprendentes revelaciones acerca de la duplicidad alemana en México durante la Primera Guerra Mundial. Pero, de acuerdo con Friedrich Katz en su reciente libro*, el Secretario de Estado Alemán Zimmermann estaba solamente continuando la tradición de las políticas alemanas previas. Katz sostiene que, de 1905 a 1913, los diplomáticos alemanes tenían un interés en las relaciones mexicanas basado en cuatro puntos: 1) crear hostilidades entre Japón y los Estados Unidos; 2) provocar una invasión norteamericana en México como parte del conflicto con Japón; 3) utilizar a México para intensificar las tensiones entre los Estados Unidos y Gran Bretaña; y 4) invadir a México en un esfuerzo conjunto con las Grandes Potencias[1].

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La Oficina Extranjera Alemana no iba a dejar en manos de amateurs el desarrollo de este programa. Uno de los diplomáticos alemanes de más alto rango, el Almirante Paul von Hintze, fue designado a la Ciudad de México en 1911. Así es como Mrs. Edith O´Shaughnessy describió a von Hintze cuando apareció en escena en 1913, como observadora y digna esposa del chargé d´affaires, Nelson O´Shaughnessy:

“...la motivación de su existencia (von Hintze), la raíz de todo pensamiento y acto, era amor por el país y por el Emperador.

“Él había sido, por muchos años, amigo íntimo y personal del Káiser, así como el más devoto de sus seguidores y servidores. Durante aquellos siete años en San Petersburgo, que precedieron a su aparición en México, había sido un adjunto naval especial para el Zar...

“Él estaba completamente dedicado al deber, de gran industria, rígido con sus subordinados, muy intolerante con sus errores y mucho más con sus debilidades...sentía un profundo desprecio por los métodos de procedimiento latinoamericanos...solamente los investigaba, tanto como fuera necesario, para continuar la prosperidad de sus connacionales.

“Él era un prusiano...”[2]

 

Por otra parte, Mrs. O´Shaughnessy le adjudica a von Hintze “una cierta exclusividad y reserva naturales” y una psicología un tanto misteriosa, incluso para sus amigos, pero “inmensamente inteligente y encantadora”[3]. Posteriormente, ella realza el enigma von Hintze llamándole “un sensitif”, por sobre todas las cosas. Esta descripción, un tanto superlativa, de Paul von Hintze, no está fuera de proporción con la influencia de largo alcance con la que ejerció la política alemana en México durante los siguientes años.

 

El anteriormente mencionado Friedrich Katz es uno de los pocos historiadores que investigó profundamente el efecto de la influencia extranjera en el curso de la Revolución Mexicana, con especial énfasis en el papel de Alemania. Él concluye que, sin duda alguna, la propaganda alemana era “extremadamente efectiva en la creación de simpatías pro-alemanas entre la población mexicana”, simpatías que desarrollaron raíces profundas durante las siguientes tres décadas.

La propaganda se estaba creando como un arma en sí misma. La Primera Guerra Mundial fue testigo de su sofisticación cuando fue dirigida a los neutrales, así como a los oponentes. No obstante, Katz insiste, a pesar de su exitosa técnica propagandística, “la noción alemana de que podía dominar a México se basaba en una sobreestimación general de sus propias fuerzas y una subestimación de las fuerzas de los americanos, además de una completa ignorancia de las dinámicas de la Revolución Mexicana”[4].

 

Ocupando el lugar de Paul von Hintze como ministro alemán en México, Heinrich von Eckardt apareció en escena. Fue él quien, en 1917, expresó el deseo, “La herencia de Cortés está a la venta, comprémosla”. Esta declaración parece ilusoria e increíble bajo casi cualquier circunstancia, considerando que, en aquél año, la marea de la guerra se había vuelto definitivamente en contra de Alemania. Sin embargo, es un hecho que la influencia alemana en México fue extremadamente poderosa en esa época. El control alemán sobre la prensa y la simpatía que se había estado cultivando entre la población mexicana, fueron dos fuertes armas a su favor.

Además, así como el Presidente Porfirio Díaz había propiciado la inversión británica y francesa en México para contrarrestar la superioridad financiera norteamericana, el Presidente Carranza estaba invitando a los capitales alemanes y japoneses. Al hacerlo, el Presidente Carranza estaba corriendo el riesgo terrible de las represalias de los Estados Unidos, pero no se detuvo. En el verano de 1917, Carranza permitió que los servicios secretos alemanes operaran desde México. De acuerdo con Katz, este “acto de temeridad” se realizó con el fin de prevenir “el mucho mayor daño de las acciones masivas de sabotaje alemán en los campos petrolíferos, que hubieran guiado inevitablemente a una ocupación de la costa Este de México por las tropas americanas”[5].

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El Ministro von Eckardt, además de su control de la prensa y de una red de espías tanto dentro del gobierno mexicano como en el ejército, vislumbró la aplicación de su política de convertir a México en una especie de protectorado alemán a través de dos proyectos: realizar extensivos préstamos e inversiones alemanas en compañías mexicanas e infiltrar agentes en los gabinetes directivos de los negocios extranjeros, no alemanes, de este país. De esta manera, se llevaría al cabo la “conquista”.

Hasta aquí llegaron los objetivos alemanes hacia México durante las primeras dos décadas del siglo XX. Las condiciones de la post-guerra en Alemania durante los años veinte no eran propicios para la construcción de un imperio.

Fue la Guerra Civil Española la que proporcionó el vehículo para otra invasión ideológica fascista en México. El General Franco necesitaba ayuda de la Alemania Nazi para ganar el conflicto civil que él mismo había provocado. Después de importar soldados alemanes e italianos y cantidades masivas de equipo para la guerra, Franco se encontró con una severa deuda por pagar. Su recuperación consistía en nada menos que actuar como la punta de lanza de la conquista de América Latina para los países del Eje. La España de Franco encabezaría una cruzada por la “reconquista espiritual de América Latina”, representada con la frase “Una raza, un idioma, una cultura, una religión”[6].

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En ciertas áreas de la República Mexicana, este atrevido grito de guerra cayó en tierra fértil, particularmente en la región central conocida como el “bajío”. Los Sinarquistas* eran un grupo formado por cuatro hombres en 1937, que tenía su centro de operaciones en León, Guanajuato. El PNS (Partido Nacional Sinarquista) era apoyado por clérigos reaccionarios y por muchos campesinos que habían sido embaucados por la propaganda de la publicación del partido: El Sinarquista. Estos fanáticos religiosos proporcionaron las condiciones necesarias para continuar la causa de la “reconquista espiritual” de Franco y fue, en el mismo año de 1937, que se organizó la Falange Española en México. Después de examinar la actividad falangista en México, existen otros muchos factores que demuestran la prominente posición que tuvo Alemania en los asuntos mexicanos, alrededor del año 1938.

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Uno de éstos fue el levantamiento del General Saturnino Cedillo, el último de los generales mexicanos en contar con su propia guardia personal a manera de un pequeño ejército, tan equipado que incluso tenía aviones. Él sostuvo la posición de San Luis Potosí, en el centro del país, manteniendo el control sobre los caminos y las vías férreas entre la Ciudad de México y Laredo, en la frontera con los Estados Unidos. El Presidente Lázaro Cárdenas, en un acto de extraordinaria valentía personal, “atrapó al león en su guarida” en los puentes de San Luis Potosí, poniendo un efectivo punto final a este acto de sedición. El ejército federal descubrió un arsenal de varios tipos de rifles alemanes modernos, de acuerdo con el New York Times y, según la opinión popular, el General Cedillo contaba con oficiales alemanes en su ejército. Cuando Cedillo se retiró a las colinas de la Huasteca Potosina, pudo percatarse de que los indios locales estaban armados y, para realizar esa misión, tuvo el entusiasta apoyo del Barón alemán von Merck[7].

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El Presidente Cárdenas nunca rompió relaciones diplomáticas con Alemania, a pesar de que “nunca se ha sentido en casa...con Hitler, Mussolini y los japoneses, viendo que, a largo plazo, aquéllos le apartarían del único amigo que importa, el Presidente Roosevelt”[8]. A pesar de que Cárdenas se oponía terminantemente a la agresión fascista en Europa, al menos tres factores complicaron sus relaciones con los alemanes en México:

  1. La existencia de una larga y amistosa colonia alemana en México.

  2. El éxito de la propaganda alemana a escala masiva en México.

  3. La dependencia de México con Alemania por la compra de petróleo, después de que la Royal Dutch Shell y la Standard Oil boicotearon el petróleo mexicano, como venganza por el acto de expropiación[9].

 

Con esta amplia descripción de la posición de Alemania y los alemanes en México durante la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial hasta los años treinta, y acercándonos al momento de la Segunda Guerra Mundial, sería pertinente analizar a detalle qué tan extensa fue la penetración de la influencia alemana en la conciencia mexicana. Solamente sobre estas bases de comprensión será posible apreciar la magnitud de la tarea que cayó sobre los hombros del gobierno británico en general, y de la Oficina de Información de los Aliados en particular, cuando fue preciso cambiar la corriente de la opinión pública mexicana en favor de la causa Aliada.

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En una visita a México en enero de 1941, el Vicepresidente norteamericano, Henry A. Wallace, comentó, “hay mucha actividad de quinta columna en México”[10]. La definición de “quinta columna” es “un grupo de personas residentes de un país que simpatizan con los enemigos del mismo, sirven a sus intereses o se encuentran listos para asistirles en caso de que ataquen a su país”[11]. Sin duda alguna, a este elemento clandestino se refería Hitler cuando le comentó a Hermann Rauschning, “Debemos crear allá (América del Sur) una nueva Alemania. Debemos encontrar allá todo lo que necesitamos...No debemos enviar tropas como Guillermo el Conquistador y ganar Brasil por la fuerza de las armas...Nuestras armas son invisibles”[12]. De acuerdo con las estadísticas de 1942, cuando la población mexicana era de 20 millones de habitantes, había 40,000 agentes potenciales del Eje: 12,238 alemanes, 5,646 italianos, 6,232 japoneses y aproximadamente 15,000 españoles, la mayoría de los cuales era simpatizante de Franco[13].

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México es uno de los países más vulnerables del mundo. ¿Cuál es la razón? Principalmente, su ubicación geográfica: es el “bajo vientre”, el proverbial Talón de Aquiles de la nación más poderosa de la Tierra. Además, es el puente de paso hacia América Central y Latina, tanto geográfica como políticamente. Consideremos la posición de México en su relación con Europa durante los últimos cuatrocientos años:

  • España utilizó a México como piedra angular de la conquista de América Latina, 1519.

  • Francia invadió México y sentó en el trono a un Habsburgo austriaco, 1861.

  • Alemania utilizó a México como centro de espionaje hemisférico durante la Primera Guerra Mundial, 1914-1918.

  • Rusia ha utilizado a México para la infiltración comunista en América Latina desde los años treinta.

  • España deseaba conquistar América Latina, estableciendo fuertes bases en México en los años treinta.

 

Además de su vulnerabilidad inherente, México estaba en una condición particularmente débil cuando se acercaba la Segunda Guerra Mundial. La Revolución había desgastado cruelmente al país; la división de tierras a gran escala había causado estragos en la agricultura; la descarada corrupción entre los poderosos sindicatos había contaminado la dirección industrial; la reciente expropiación petrolera había sembrado tensiones entre sus anteriores aliados, los Estados Unidos y Gran Bretaña, y México tuvo que buscar nuevos clientes entre otras naciones.

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El 8 de octubre de 1938, Hitler y Franco firmaron un acto que le daba a Hitler el poder de dirigir las políticas internacionales de España. Lo anterior aceleró en gran medida las actividades de la Falange en México. En noviembre se realizó un banquete de “Viejos Revolucionarios”, en el Restaurante Chapultepec. A partir de esa reunión se disparó la propaganda fascista más virulenta, que atacaba a los judíos, las democracias, al Presidente Cárdenas y al comunismo. Comenzaron a circular venenosos panfletos, impresos en dicción española antigua. El 4 de abril de 1939, el Presidente Cárdenas deportó a 3 líderes de la Falange, después de lo cual, el movimiento pasó a la clandestinidad. La revista semanal de la Falange, Hispanidad, atacaba regularmente a los Estados Unidos, a Gran Bretaña, al Presidente Roosevelt, al protestantismo y a todos sus blancos acostumbrados. De acuerdo con Miss Kirk, en enero de 1941, había por lo menos 18 publicaciones en los puestos de revistas de la Ciudad de México que eran pagadas por la Falange, en las manos del fascismo[14].

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Un poco después, en el mismo año, exactamente al haber transcurrido un mes del ataque japonés a Pearl Harbor, las organizaciones falangistas de América Latina recibieron órdenes de Berlín de monopolizar las provisiones alimenticias, acumularlas en secreto y, posteriormente, elevar los precios. El 80% de las tiendas de víveres al menudeo en México y la mayoría de los almacenes estaban controladas por españoles. Las muchedumbres irrumpieron en la Merced cuando se elevaron los precios. La escasez de medicamentos, el alza de precios y la violencia incitada por el partido PAM de la Falange fueron atribuidos a los Estados Unidos.

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Entre las “armas invisibles” más sutiles de Hitler estaba la invasión de la sociedad café, que comenzaba en la Ciudad de México y seguía una ruta al sur hacia Cuernavaca, Taxco y hasta Acapulco. Los reportes, tanto verbales como escritos, de esta deslumbrante sociedad de salón son fascinantes incluso ahora, más de cincuenta años después. Hay momentos en que es difícil separar la realidad de la ficción, pero no hay duda alguna de que, con frecuencia, los activistas de la quinta columna en México adquirían aspectos muy glamorosos. Sobre todo, de acuerdo con un miembro de la comunidad británica que recuerda muy bien aquella época, “era una sociedad muy CHIC”. Ciertamente era chic con los Rothschild y con varios barones de la familia Krupp, por no hablar del Rey Carol de Rumania con Magda Lupescu y su colorido séquito. Había intrigas en todos los frentes, desde el bar en Liverpool 123 hasta la publicidad en Harper´s Bazaar y en Vogue, celebrando la belleza de personalidades como la Baronesa Christie von Humboldt, muy reconocida por su sedición y seducción. Los regalos nazis, como relojes, finas cámaras y armas a sus colaboradores mexicanos, era una de las técnicas que servían a los propósitos de Hitler de causar estragos en los círculos sociales de México, sembrando confusión bajo una brillante fachada.

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Henry Murray Campbell, un residente de mucho tiempo de la Ciudad de México, recuerda la espeluznante escena de aquellos años de guerra. “Los clubes alemanes resplandecían de luces por las tardes, cuando los Herrenvolk exhibían filmaciones de sus marchas de conquista a través de Polonia y el bombardeo de ciudades, ante sus conocidos...”[15].

¿Cuál era la actitud de los mexicanos hacia los viejos alemanes, residentes por largo tiempo en este país, hacia quienes el sentimiento había sido usualmente amistoso? De acuerdo con Mr. Murray Campbell, “Uno solamente puede sentir lástima por ellos...eran muy distintos de los fanáticos aullantes que se proclamaban la Raza Maestra...financieramente, fueron desangrados, intimidados y “sacudidos” por sus propios funcionarios y compatriotas nazis, por donde se mirara. A pesar de que la mayoría de ellos se habían naturalizado como ciudadanos mexicanos, muchos tenían familiares mayores en Alemania, que tal vez sufrieron represalias por no haber cooperado”[16].

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Herr Arthur Dietrich era el agregado de prensa para la Delegación Alemana. Como discípulo del Dr. Goebbels, y con fondos ilimitados para convencer al populacho mexicano de las glorias del nazismo, Herr Dietrich mantuvo una corriente constante de propaganda letal, esperando envenenar, incluso más profundamente, las relaciones entre los Estados Unidos y México. Ya había realizado suficientes labores como para saber que, en dicha materia, los mexicanos tenían sentimientos extremadamente ambiguos y no escatimó esfuerzos en explotar la desconfianza y la incertidumbre. Dos publicaciones, Diario Alemán y Diario de la Guerra imprimieron noticias acerca de la guerra, desde el ángulo de la Alemania victoriosa. En las esquinas de las calles se colocaron carteles que mostraban imágenes de “Tommies ingleses desesperados y ‘poilus’ cobardemente franceses, siendo perseguidos por valientes alemanes portando suásticas...”[17].

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El 12 de diciembre, día dedicado a la devoción especial de la Virgen de Guadalupe, en 1940, los peregrinos del santo lugar recibieron pequeñas ilustraciones de la virgen, con un mensaje impreso en la parte posterior: “Hitler es el protector del catolicismo, que persigue a los judíos por haber crucificado a Jesucristo”. Un mes más tarde, un crucero británico detuvo una embarcación sin identificación en medio del Pacífico. De ella, confiscó toneladas de propaganda impresa en español y cuyo destino era América Latina. Este material presentaba a Hitler como el “nuevo defensor de la fe católica”, saludando de mano a sacerdotes españoles católicos. Inglaterra, por otra parte, siempre fue considerada como una “nación protestante judía”[18]. En junio de 1941, cuando Alemania invadió Rusia, estos mismos propagandistas tuvieron que dar la media vuelta; el asunto se convirtió de inmediato en comunismo, sinónimo de ateísmo, en contra del catolicismo.

Como si la combinación Falangista-Nazi no fuera suficientemente complicada, hubo un elemento adicional de discordia  cuando los comunistas españoles arribaron a la escena mexicana. Estos refugiados deseaban trabajar con el complot de la Falange en contra de los Estados Unidos y América Central, con la esperanza de poder incitar la revolución dentro del gobierno mexicano. Era el clásico patrón comunista: En Alemania, España, Francia y ahora México, entraban en un momento de confusión y, por lo tanto, de máxima vulnerabilidad, y procedían con su tarea de socavar a los países democráticos y capitalistas. Generalmente, estos abusos de comunismo resultaron en un pánico dentro de la clase media que, entonces, reaccionaba exageradamente y caía en manos de los fascistas. Así, hubo un período en el que la extrema izquierda y la ultra-derecha estaban trabajando juntas; un momento como éstos fue la firma de un pacto en Barcelona en los años cuarenta, cuando los comunistas estuvieron de acuerdo en trabajar con la Falange. Para 1942, habían 150 españoles comunistas en la nómina de la Falange Española en México[19]. Un terminante golpe en contra de la Tramways Company en México, de propiedad británica, fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre comunistas y nazis.

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De los ocho mil españoles que llegaron a México como refugiados, alrededor de 1942, menos del diez por ciento eran comunistas, pero éstos conformaban un núcleo altamente capacitado y disciplinado que operaba de manera muy eficiente en territorio mexicano. Estos hombres fueron cuidadosamente seleccionados por el Ministro Francés en México, Narcisso Bassols, quien simpatizaba con la Unión Soviética. Este compacto grupo de hábiles agentes produjo confusión desde el momento en que arribaron al puerto de Veracruz: el comité de bienvenida del muelle, que esperaba republicanos, fue sorprendido con la llegada de los refugiados, que empuñaban las manos en saludo comunista. En ese mismo año, 1939, una nave francesa con 944 refugiados españoles que se dirigía a México, zozobró en un arrecife del Caribe; la reacción de los pasajeros en aquel momento de crisis fue entonar “La Internacional”[20].

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Además de los esfuerzos combinados entre los comunistas y los nazis y la colusión con la quinta columna dentro de las fronteras mexicanas, había una creciente evidencia de un alarmante espionaje japonés. Se ha reportado que Hideki Tojo ha expresado su gratitud a un grupo de trescientos japoneses que se reunían en secreto cerca de Mexicali, un mes antes del suceso de Pearl Harbor, “para su cooperación y ayuda financiera”. Y él, ominosamente, respondía “¡Prepárense!”[21]

El Mexico City Post del 15 de agosto de 1942 reporta el arresto de un longevo residente japonés de Tampico, el doctor Nisiamura, quien no cumplió con las recientes disposiciones que obligaban a todos los provenientes del Eje a mudarse de los estados costeros al centro del país. Una poderosa estación de transmisión de radio fue encontrada entre sus posesiones. Esta desobediencia puso en movimiento una cacería general de espías en el estado de Tamaulipas[22].

México le declaró la guerra a Alemania el 14 de mayo de 1942, cuando un torpedo nazi estalló en el buque petrolero “Potrero de Llano”, cerca de las costas de Florida. La quinta columna de México reaccionó furiosamente; a la mañana siguiente, Berlín anunció, en perfecto español, que los Estados Unidos habían atacado la nave con el fin de involucrar a México en la guerra. El resultado fue la violencia y el sabotaje, que se manifestaron en incendios, destrucción de vías férreas y bombardeos. La prensa acusaba de traidor al Presidente Ávila Camacho; se pagaba a pandillas para que silbaran y abuchearan al presidente en los teatros y para aplaudir a los nazis y a los japoneses. Pero el desorden apenas comenzaba...

Después de esta detallada discusión acerca de las relaciones de México con Alemania durante las tres primeras décadas del siglo XX, es importante comprender la posición de los británicos durante el mismo período. Durante la presidencia de Porfirio Díaz, el gobierno de Su Majestad estaba representado en México por Sir Lionel Carden. Durante más de quince años se desempeñó como Cónsul Británico General y, a partir de los comentarios de sus colegas en los cuerpos diplomáticos, podríamos asumir con seguridad que este hombre era tan controversial como su contraparte alemán, Paul von Hintze.

Después de que Carden fungió como instrumento para persuadir al gobierno mexicano de abolir una serie de subsidios para empresas francesas, alemanas y norteamericanas, el Ministro Francés, Couthonly, describió sus “funciones en los asuntos de la reina” como desarrollar más actividades de hombre de negocios que de diplomático.

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Cuando los planes de Carden se demoraban en desarrollarse, Couthonly se regocijaba abiertamente. “El infortunado Ministro Británico está ahora contemplando el colapso de sus planes de hacerse rico, los cuales ideó con la ayuda del Sr. Romero Rubio;* el Sr. Carden ha vendido sus caballos”[23]. Friedrich Katz, quien escribió ochenta años después de la época de Carden en México, declara que “Carden era uno de los más desenvueltos exponentes y representantes del imperialismo británico en América Latina”[24]. Y von Hintze registra en su diario: “la obstinación y pasión con las que este hombre (Carden), tan cerca de su propia muerte, capaces de activar su odio hacia los Estados Unidos, incluso en detrimento de su país y sus compatriotas, son sorprendentes”[25]. A pesar de que nunca se comprobó, el sentimiento en los altos círculos de gobierno era que la lealtad de Carden a Lord Cowdray superaba su devoción al deber diplomático.

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Durante los años de 1914-1918, la diplomacia británica estaba luchando una guerra de tres frentes en México, en contra de 1) los revolucionarios mexicanos, 2) los Estados Unidos y 3) los alemanes. Los repetidos esfuerzos por derrocar el gobierno carrancista fracasaron cuando los Estados Unidos se negaron a cooperar. Las propiedades británicas, particularmente los bancos y las líneas férreas, fueron tomadas por el gobierno mexicano en mucha mayor medida que cualquiera de los otros intereses extranjeros. En contra de ésas confiscaciones masivas (con la notable excepción de los campos petroleros británicos, que no se vieron afectados), el gobierno británico no fue capaz de cobrar venganza y fue obligado a soportar y mirar cómo los Estados Unidos abusaban severamente de los intereses económicos británicos, no solamente en México, sino en el resto de América Latina[26].

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Los años de presidencia de Don Lázaro Cárdenas en México fueron desde desmoralizantes hasta traumáticos para los intereses económicos ingleses. Robert Marett se refiere a un crecimiento carente de confianza dentro de la comunidad británica a medida que aceleraba la marcha hacia la nacionalización. Las vías férreas y las compañías aseguradoras, ambas dominadas por las inversiones británicas, estaban “muy nerviosas” en aquel tiempo en el que escribía Marett (1938-39); las empresas de servicios públicos estaban “dudosas de invertir más dinero en México”[27]. La industria minera estaba repitiendo la historia de las compañías petroleras: corrupción en los sindicatos, demandas imposibles de incremento de sueldos y otros beneficios para los trabajadores que eran francamente irreales. Dos compañías británicas simplemente se rindieron en 1938 y dejaron la administración en manos de las sociedades cooperativas. El gobierno británico experimentó una considerable reducción numérica durante esos años y la descripción del Sr. Marett de la desmoralizada situación de los asuntos en los grandes estados de la Laguna, en el norte de México[28], es probablemente aplicable también en otras áreas.

Sin embargo, todos estos descensos en el estatus de los británicos en México fueron menores comparados con la sorpresa de la confiscación de la industria petrolera, el 18 de marzo de 1938. Esta acción fue particularmente drástica, desde el punto de vista inglés, porque en un intento por movilizar el apoyo público, el gobierno mexicano emprendió una batalla propagandística de gran alcance. Como el “león británico estaba gruñendo lujuriosamente desde el otro lado del mar”[29], aparecieron artículos anti-británicos en los periódicos: El rostro de John Bull se contrajo grotescamente por las más perversas pasiones. Marett le otorga crédito al pueblo mexicano por no dejarse convencer completamente por tales distorsiones de la verdad y es suficientemente humorístico, incluso en aquel momento tan complicado, para disfrutar del suceso histórico del triunfo nacional de México: cuando la marina británica irrumpió furiosamente en el Puerto de Veracruz, ¡el Presidente Cárdenas simplemente lo expropió!

Se intercambió una serie de cada vez peores insultos a nivel diplomático, de ida y vuelta. Cuando la tercera nota iba en camino, la oficina británica de Relaciones Exteriores expuso a los ojos del mundo la deuda íntegra de México, tanto interna como externa, y el gobierno mexicano respondió que incluso las mayores potencias mundiales (como Gran Bretaña), eran conocidas por desatender sus obligaciones internacionales*, por lo que las relaciones se vieron severamente dañadas. Esto ocurrió el 13 de mayo de 1938. Hasta enero de 1942, el gobierno de Su Majestad estuvo representado por el Cónsul General, T. Ifor Rees, quien estaba destinado a jugar un importante papel en el drama de la guerra.

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Las relaciones entre México y los Estados Unidos eran tangenciales a este asunto, con excepción del momento de la expropiación petrolera, que ahora analizaremos. Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, había mostrado un increíble grado de intromisión en los asuntos mexicanos: la ocupación de Veracruz en 1914; el intento de imponer un presidente elegido por él mismo en 1915 y la expedición punitiva a Chihuahua en 1916. Sin embargo, el Presidente Roosevelt, había hecho gala de su talento conciliatorio mediante la promesa de la política de “Buenos Vecinos” en México y en toda América Latina. Roosevelt había nombrado a Josephus Daniels como Embajador de México en 1933, con gran éxito. Y, en gran contraste con el lujurioso gruñido del león británico en los tiempos de la expropiación petrolera, se cita al Secretario de Estado Americano, Cordell Hull, diciendo, “De hecho, México, como estado soberano, tenía el derecho de expropiar la propiedad privada por el bien de la nación, habiendo pagado ‘una justa, efectiva y asegurada compensación’ por las propiedades tomadas”[30]. Al mismo tiempo, e independientemente del armonioso aspecto de la situación, debe saberse que el gobierno de los Estados Unidos suspendió la compra de plata mexicana con un acta, mediante la cual la tesorería americana estaba comprando plata a un precio artificialmente elevado. Nunca se mencionó la expropiación petrolera en dicho acuerdo, pero en general se consideró que este acto fue por venganza[31]

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Las relaciones franco-mexicanas también jugaron un papel importante en este capítulo, puesto que Francia fue un Aliado preponderante durante la Segunda Guerra Mundial. La comunidad francesa en México puede describirse como antigua, amistosa, rica y poderosa. Muchas familias llegaron a México en la época de Maximiliano y Carlota (1862-1865). Durante el Porfiriato, la influencia francesa era evidente y nadie dudaba de la supremacía francesa en la industria textil y en el comercio a menudeo. La caída de Francia ante los ejércitos de Hitler, en junio de 1940, fue una triste noticia para México. Tanto por razones sentimentales como psicológicas, esta inesperada derrota ejerció una poderosa influencia en la decisión de México de unirse a la causa de los Aliados. Esta historia no estaría completa sin una mención posterior de la enorme contribución  hecha por la comunidad francesa a los esfuerzos de la guerra, en conjunto con los británicos y los demás Aliados.

 

“Inglaterra no está dormida – Ella siempre está alerta” Napoleón

 

* Tuchmann, Barbara, The Zimmermann Telegram (El Telegrama Zimmermann)

* La Guerra Secreta en México. Europa. Estados Unidos y la Revolución Mexicana. University of Chicago Press, Chicago, 1981.

[1] Katz, Friedrich, La Guerra Secreta en México. Europa. Estados Unidos y la Revolución Mexicana. Página 560.

 

[2] Edith O´Shaughnessy. Intimate Pages of Mexican History. (Páginas Íntimas de la Historia Mexicana) Página 249 ff.

[3] Edith O´Shaughnessy. A Diplomat´s Wife in Mexico (La Esposa de un Diplomático en México). Páginas 7 y 8.

[4] Op. Cit. Katz. Página 441

[5] Ibid. Páginas 577-578

[6] Betty Kirk, Covering the Mexican Front, the Battle of Europe versus America (Cubriendo el Frente Mexicano, la Batalla de Europa contra América). Página 276.

* “Sinarquismo”: Palabra griega que significa “con el orden”, en contraste con “anarquía”, que significa “en contra del orden”.

[7] Ibid. Página 46.

[8] Robert H.K. Marett. An Eye Witness of Mexico (Un Testigo Ocular de México). Páginas 251-252.

[9] Op. Cit. Kirk. Página 264

[10] Ibid. Página 264.

[11] El Diccionario del Nuevo Siglo. Origen: una declaración hecha durante la Guerra Civil Española en 1936: “Los insurgentes bajo en General Franco tenían cuatro columnas que marchaban en Madrid y una quinta columna de simpatizantes en la ciudad, listos para levantarse y traicionarla”.

[12] Op. Cit. Kirk. Página 264.

[13] Ibid. Página 265.

[14] Ibid. Página 280.

[15] Henry Murray Campbell, Mexican Cavalcade (Cabalgata Mexicana). Página 293.

[16] Ibid. Página 297.

[17] Ibid. Página 293.

[18] Op. Cit. Kirk. Página 302.

[19] Ibid. Página 273.

[20] Excélsior. 7 de abril 1989. “Hace 50 años”

[21] Op. cit. Kirk. Página 264.

[22] The Mexico Post. 15 de agosto de 1942.

* Suegro del Presidente Díaz.

[23] Op. cit. Katz. Página 171

[24] Ibid.

[25] Ibid.

[26] Ibid. Página 554 ff.

[27] Op. cit. Marett. Página 253 y 254

[28] Ibid. Página 139-160

[29] Ibid. Página 234 ff.

* Esta es una referencia a las deudas británicas de guerra a los Estados Unidos.

[30] Ibid. Página 233

[31] Ibid.

 

Capítulo II: La Oficina de Información de los Aliados

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Ante las intrigas y la propaganda alemanas, había una desesperada necesidad de un contra-ataque de los Aliados. El Presidente Ávila Camacho tenía una disposición favorable hacia los Aliados, a pesar del hecho de que no habían relaciones diplomáticas con Inglaterra. La mayoría de la población mexicana era tradicionalmente suspicaz y temerosa de su poderoso vecino del norte. El Ala Derecha de México apoyaba al General Franco en la Guerra Civil Española y se inclinaba hacia el fascismo. El Ala Izquierda y todo el movimiento sindical encabezado por Lombardo Toledano se identificaban con la URSS, que tenía un pacto con Hitler. La comunidad alemana de la Ciudad de México se componía de cerca de 7,000 miembros[1]. Una gran cantidad de periódicos de ambos extremos políticos, pero francamente pro-nazis, realizaban una extremadamente exitosa campaña propagandística. El contragolpe era vital, dadas las anteriores.

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Inmediatamente después de la declaración de guerra, en septiembre de 1939, se formó un Comité de Aliados para la Propaganda, por iniciativa de M. Gaubaudin, consejero de comercio francés. M. Genin, pilar de la comunidad francesa, fue nombrado presidente. Los almacenes franceses de comercio al menudeo respondieron generosa y efectivamente: ejercieron un enorme poder en la prensa debido a la amplia difusión de su publicidad. Junto con los comerciantes judíos y libaneses, los franceses retiraron sus anuncios de las publicaciones pro-nazis. A través de esta medida, fueron incluso capaces de ejercer una sutil influencia en las políticas editoriales. T. Ifor Rees, el Cónsul Británico General, fue miembro fundador de este comité, que continuó su valiosa labor hasta el fin de la guerra, en 1945.

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Desconocido por cualquier persona ajena a los círculos más íntimos, este Comité de Aliados para la Propaganda también sirvió como una organización frontal en las medidas de mayor influencia de los Aliados en México durante la guerra: la Oficina de Información de los Aliados. Esta oficina (OIA) es sinónimo del nombre de Robert Marett, quien fue su fundador y director desde sus inicios, en octubre de 1939. ¿Quién era ese señor Marett, que había sido enviado a México como Agente Especial por el Ministerio de Información, ubicado en Malet Street, en Londres?

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Robert Marett provenía de una de las familias más antiguas de las Islas del Canal. El nombre “Marett” es de origen normando y es, probablemente, una versión anglicanizada de “Maret”. La “Conexión Mexicana” de Marett inicio de manera suficientemente inocente en la primavera de 1933, cuando llegó a este país para trabajar en la Compañía Ferrocarrilera Mexicana. Cinco años después, Marett renunció a su puesto y apareció en la refinería de petróleo en Minatitlán, como empleado de la compañía petrolera Águila, en el momento de la expropiación. Durante aquellos años, Mr. Marett demostró una extraordinaria energía y curiosidad: escalaba montañas, exploraba ríos y estudiaba sitios arqueológicos antes deque fueran oficialmente descubiertos. Como soltero apuesto y culto, fue rápidamente aceptado en la exclusiva comunidad británica de la ciudad de México pero, con frecuencia, parecía inclinarse más por la compañía mexicana, con el pretexto ulterior de practicar el español. Mr. Marett viajó incansablemente a través de la República, desde la región productora de algodón de la Laguna, cerca de Torreón, al norte del país, hasta Chiapas, en la Península de Yucatán. Su deseo de adquirir conocimientos de primera mano fue su motivación para participar en una aventura, que fue una operación de minería de oro y plata en Guerrero; la venta de bienes raíces en la Ciudad de México también fue una de sus empresas. En su libro An Eye-Witness in Mexico* (Un Testigo Ocular en México) que es encantador, aunque por desgracia no puede conseguirse, Marett comparte un extremadamente descriptivo relato de varias experiencias, como ir con Diego Rivera a Chapingo a admirar los frescos del pintor, o haberse sentado junto a Doña Carmelita Romero Rubio, la viuda del Presidente Porfirio Díaz, durante una celebración.

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Robert Marett contrajo nupcias con la Srita. Piedad Sánchez Gavito, que pertenecía a una antigua y aristocrática familia mexicana. Este enlace hizo que Marett fuera aún más apreciado en la sociedad mexicana de todos los niveles. Su compasión por los indígenas era una rareza entre los extranjeros en México de aquella época. Tuvo un criterio abierto hacia el potencial de los mestizos e, incluso en tiempos adversos, mostró una perspectiva positiva y un profundo afecto tanto por la tierra como por la gente. En su libro, describe gráficamente el levantamiento del General Saturnino Cedillo en San Luis Potosí, y concluye con la siguiente declaración: “Tal era la situación que yo estaba a punto de partir de México hacia Inglaterra. Mi trabajo allí ya estaba hecho y, a pesar de que me hubiera complacido mucho quedarme en este fascinante país, la necesidad de ganarme la vida me forzaba a marcharme. Ya había contratado literas en el tren a Nueva York...”[2]

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Sin importar los planes que Marett tuviera en la mente en esos momentos, la guerra fue responsable de cambiarlos drásticamente. Instalado en el Ministerio de Información, pero aún deseando ser convocado al servicio militar, Marett no esperaba una orden de servir al gobierno de Su Majestad en México. “Sin embargo”,  escribe, “sería hipócrita fingir que no me sentía grandemente atraído por dicha oferta”.[3] Como no había embajada en la Ciudad de México ni tampoco existían relaciones diplomáticas, no logró un gran desempeño como encargado de prensa. Se decidió que sería enviado como Agente Especial, sin rango diplomático, y “si me metía en dificultades, el gobierno británico podía desconocerme y la dignidad de todos, excepto la mía, serían salvadas”[4].

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Como este nombramiento no tenía precedentes, se le otorgó libertad de acción a Marett con la única condición de trabajar muy cercanamente con el Cónsul General Rees. Los fondos para tal empresa fueron generosamente depositados en una cuenta especial, en el banco del mismo Marett. Además, obtuvo al menos dos cartas de presentación que, a fin de cuentas, probaron ser sumamente útiles. Una de ellas fue escrita por Graham Greene a sus contactos católicos romanos; la segunda fue escrita por el Sr. Aguirre, presidente de la República Vasca, en la que solicita que todos los vascos en México se pusieran a disposición de Marett, de manera irrestricta. Armado de tal manera, Marett rentó una vieja residencia en la Colonia Juárez, en la calle de Hamburgo No. 42*, compró una caja fuerte y contrató a un secretario. El contra-ataque comenzaba...

La tarea designada para la recién formada Oficina de Información de los Aliados contaba con tres puntos principales:

Convencer a los mexicanos de que los Aliados iban a ganar la guerra, a pesar de que las apariencias indicaban lo contrario;

Proclamar que la causa Aliada era justa;

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Convencer a los mexicanos de que la victoria de los Aliados era benéfica para México. Con el fin de lograr lo anterior, se siguieron diversas estrategias de acercamiento a los variados segmentos de la población.

A pesar de que no era una operación clandestina, Marett prefirió limitar el número de empleados de tiempo completo, para promover la eficiencia y la discreción. Como asistente, Marett eligió a un “joven y versátil inglés”[5], Bob Dunbar, quien para entonces estaba en México y que había sido voluntario en el Consulado, en trabajos de guerra. Dunbar era hijo del anterior director general del Daily Herald. De acuerdo con Marett, Dunbar era el hombre ideal para las labores singulares, como escribir artículos para la prensa desde su casa, producir un filme documental o elaborar el diseño de un panfleto.

Otro miembro permanente del personal era Bernard Bevan, “la autoridad líder en arquitectura hispánica barroca”. Bevan estaba viviendo en México cuando estalló la guerra, hablaba un fluido español, así como otros idiomas, y estaba sumamente adaptado al país. Era un trabajador infatigable, de acuerdo con Marett y, a pesar de nunca había trabajado en una oficina, se hizo cargo inmediatamente de todo el trabajo de prensa de la OIA.*

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Entre los demás “habituales” había “un talentoso inglés a quien tuve la suerte de reclutar localmente”, Mr. Noel Lindsay. Su contribución estaba dirigida al área del entretenimiento: Él trajo todo tipo de artistas para actuar en los programas de la radio aliada, en donde siempre se incluía una fuertemente encubierta propaganda. Budge Adams también fue un importante trabajador del equipo; y los nombres de tres mujeres sobresalen por su contribución al éxito de esta estratégica organización: Mrs. Dora Cockburn, Mrs. Nancy Martin y Miss Betty Branch. Las Guías de Niñas y las damas de la Defensa Civil, bajo la dirección de Miss Evelyn Bourchier, merecen gran crédito por su asistencia, que usualmente implicaba sacrificar las tardes de los sábados.

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Además de estos comprometidos trabajadores, había también grandes grupos de otros miembros de la comunidad británica que se ofrecieron como voluntarios en muchas ocasiones especiales, trabajando a altas horas de la noche en la colocación de estampillas postales o realizando cualquier otra tarea que se considerara necesaria, por pequeña que pareciera. La correspondencia de los tiempos de guerra de Colin McCallum, por ejemplo, y los documentos de Donald Mackenzie, contienen cartas de gran valor en las que Robert Marett les agradece personalmente, a ellos y a sus esposas, por haber prestado largas horas de servicio durante un periodo particularmente crucial.

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Un tercer grupo de miembros de la OIA estaba formado por los escritores de prensa, que eventualmente sumaron más de cincuenta, y que pertenecían a una amplia variedad de nacionalidades: franceses, españoles, polacos, etc. Estos personajes serán siempre recordados por la gente que trabajó con ellos. Marett escribió “¡Amo a mis españoles! – siempre llenos de diversión y de fuego”[6]. Bernard Bevan fue mucho más detallado con respecto de estos escritores refugiados, lo cual merece ahora una mayor atención.

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En mayo de1940, a menos de un año de la fundación de la OIA, hubo un ataque en contra de R.H.K. Marett en la publicación mexicana pro-nazi, El Popular. Apareció una serie de artículos ofensivos que criticaban el trabajo del Buró Británico de Prensa (Herr Dietrich confundió la Oficina de Información Aliada con una organización consular oficial) y calificó a su director como “Enemigo Público Número Uno de México”[7]. ¡Marett nunca hubiera podido desear un mejor indicativo del éxito de su programa! Este calificativo de parte del agregado alemán de prensa se convirtió en ataque personal, lanzado en un pequeño periódico semanal llamado Mundial. Dietrich se esforzó en lograr que Marett fuera expulsado del país, bajo el Artículo 33 de la Constitución* y sus acciones llegaron tan lejos que se atrevió a citar pasajes del libro de Marett An Eye Witness in Mexico (Un Testigo Ocular en México), con el fin de probar su hostilidad a la Revolución Mexicana. Cuando todo lo demás falló, los nazis colocaron grandes carteles en las bardas del centro de la Ciudad de México, diciendo que Marett era el Jefe de Propaganda Británica en México y Enemigo Número Uno del país. La respuesta de la OIA a este acto de hostilidad fue contratar una banda de chicos para cubrir los carteles originales con otros que mostraban a Dietrich como una araña nazi, que tejía su siniestra red sobre el mapa de México. En este punto, ya era urgente y necesario que Marett contara con protección diplomática oficial, de manera que T. Ifor Rees lo nombró Vice-Cónsul, lo cual fue rápidamente aprobado por las autoridades mexicanas.

Robert Marett agrega una nota final a este episodio: Herr Dietrich, un diplomático perfectamente acreditado, fue repentinamente declarado persona non grata, en junio de 1940 y por razones desconocidas por Marett. Herr Dietrich fue retirado de la escena mexicana y desapareció por completo.

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La caída de Francia cayó como bomba en México. La Embajada Francesa y la comunidad francesa se separaron. La clase alta mexicana estaba devastada por este inesperado suceso, pues muchos de sus miembros consideraban a Francia como su “hogar espiritual”[8]. El cónsul General Británico tomó el puesto de M. Genin como Jefe del Comité de Propaganda de los Aliados. En general, las empresas francesas ofrecieron su apoyo al General De Gaulle y continuaron con sus generosas contribuciones a la causa aliada. Jacques Soustelle, el notable arqueólogo francés, estaba en México en aquella época, desempeñándose como Agregado Militar Asistente. Soustelle fue la primera persona de la embajada Francesa en comprometerse con el General De Gaulle y Marett le ayudó a establecerse como representante de De Gaulle en México. Soustelle trabajó muy de cerca con la OIA, hasta que fue convocado a Londres para tomar el cargo de Ministro de Información del General. Bernard Bevan compartió una oficina con Soustelle y, a pesar de que pudo apreciar la labor del francés entre los indígenas otomíes de México, lo describe como “una persona irritable” e izquierdista, en contraste con el conservatismo político de ala derecha de Bevan.

Antes de examinar el programa real de la OIA, es interesante resaltar que “es por demás curioso que prácticamente no tenemos relación alguna con los americanos y, por supuesto, ninguna en absoluto con el numeroso personal de la Embajada Rusa”[9].

Marett orquestó un ataque de cuatro frentes en contra de la barricada de la propaganda alemana. Primeramente, se dedicó a establecer relaciones con la prensa que era, probablemente, el instrumento de influencia más poderoso de la época. La campaña fue oficialmente lanzada con un artículo escrito por su cuñado, el Lic. Indalecio Sánchez Gavito, explicando por qué deseaba la victoria de los Aliados. Este importante artículo fue publicado en la primera plana de El Universal. Posteriormente, Marett se esforzó por conocer personalmente a los editores de los periódicos, operado bajo la teoría de tener “amigos adecuados en lugares adecuados”. También buscó profesionales que quisieran escribir artículos para la causa de los Aliados e incluso les proporcionó material. Mostrando una extraordinaria comprensión de la psicología del mexicano, Marett formó una agencia para enviar artículos, de manera casi gratuita, a los periódicos de provincia, que siempre parecían tener necesidad de noticias para publicar. Nombró como editor de su proyecto a un francés y contrató escritores exclusivamente mexicanos, pero era la OIA de donde provenía la información.

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Bob Marett, que contaba con múltiples recursos, estableció otra estrategia de comunicación con la prensa mexicana a través de la agencia telegráfica llamada ANTA. A través de ella, los telegramas eran enviados constantemente por el ministerio británico y circulaban directamente, en español, entre los periódicos mexicanos, por una pequeña cuota. A pesar de que lo anterior aparenta ser carente de valor en el mundo actual de transmisión inmediata, fue, de hecho, un logro espléndido para aquella época, hace más de cincuenta años. Sin embargo, durante los primeros años de la guerra y en relación con la operación de prensa de la OIA, era difícil escribir artículos porque, en apariencia, los británicos no estaban haciendo NADA, lo cual implicaba un problema de acuerdo con Bevan, quien agrega: “Todavía recuerdo nuestro AGRADO cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Este hecho fue el inicio de la guerra de propaganda para América Latina”. Bevan estaba publicando quinientos artículos en México por su cuenta. Mrs. Nan Martin recuerda que la OIA en México era responsable de distribuir artículos y fotografías a toda América Central hasta Panamá, con especial énfasis en Guatemala, que estaba saturada de plantadores alemanes de café.

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¡Qué duradera impresión dejaron los refugiados españoles que trabajaron en la OIA en cualquier persona que tuvo contacto con ellos! Estos talentosos personajes, que usualmente eran calificados como “izquierdistas”, aunque no comunistas, eran felices con sólo escribir artículos en contra del fascismo y recibiendo un pago por ello. Elaboraban artículos originales y también traducían textos de los periódicos británicos. Gracias a Mr. Bevan nos es posible describir de manera más personalizada a algunos de estos refugiados:

El Sr. Fabián Vidal, el más distinguido de todos ellos, había sido el editor de La Vanguardia en Barcelona. Llegó a la oficina de Mr. Bevan “con apariencia sucia y desaliñada” y mostró una O.B.E.* que había recibido como premio de los británicos durante o después de la Primera Guerra Mundial. Inmediatamente, Bevan lo contrató y durante años se presentó diariamente en la OIA para leer cuidadosamente los telegramas que enviaba el ministerio de información. A partir de ellos, Vidal produjo espléndidos editoriales, varias veces por semana, para diversos periódicos “en un bello español...con efecto al estilo Churchill...” Fabián Vidal, quien tomaba medicamentos varias veces al día, tuvo un trágico final: El día en que finalizó la guerra en Europa, el sucesor de Marett en la OIA dejó marchar a todos sus escritores españoles, por lo que Vidal regresó a casa y se suicidó.

Otro sobresaliente colaborador del programa de propaganda británica fue un hombre de ala derecha de Mayorca, el Sr. Guardiola. También estaba Colonel Vizcarrondo, quien es muy recordado por ser “maravillosamente alegre”. Un ex-diplomático español de nombre García Ascot, periodista profundamente convincente, finalizó su carrera terminando con su vida al igual que Fabián Vidal. Incapaz de soportar los severos dolores de espalda que lo habían martirizado durante muchos años, García Ascot se disparó con la pistola de un amigo, estando internado en el Hospital Español.

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La correspondencia de Bernard Bevan revela otra herramienta de la propaganda británica, que Bob Marett no menciona. Se trataba de una tienda, estratégicamente ubicada en el corazón del cuadro central de la Ciudad de México, en la calle de Madero, en donde los panfletos de la OIA se distribuían gratuitamente o a cambio de un precio mínimo. Un equipo de artistas españoles decoraron la vitrina de la tienda y los diseños con objetos móviles atraían grandes audiencias. Uno de los más populares de estos panoramas mecanizados mostraba a los generales Rommel y Montgomery, persiguiéndose hacia atrás y hacia adelante, a través del desierto del norte de África. Otro de estor tableaux gráficos mostraba el bombardeo de Cologne: grandes aeronaves, con hélices en movimiento, se veían volar sobre la ciudad, que estaba en llamas con excepción de la catedral, que estaba intacta. Esta escena fue seguida por una espeluznante representación de la ciudad de Frankfurt en ruinas...Bevan escribe: “Estoy convencido de que la comunidad alemana local realmente se molestó por eso”.

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Sin importar hacia qué lado tienden las simpatías, no se puede menos que sentir compasión por la colonia alemana local, que fue repentinamente dislocada por la declaración de guerra de México a favor de los Aliados. Había existido una cercana relación entre el British Boating Club y el Deutscher Ruder-Verein, que se habían enfrascado en amistosa competencia por los canales de Xochimilco. Las dos nacionalidades habían dominado en el campo de los seguros en México durante muchos años, con la inevitable cooperación a través de la asociación. Mrs. Harry Paterson, o Sheila Carr, vivía en Avenida Ávila Camacho en aquel tiempo y recuerda cómo se dañó drásticamente la convivencia social cuando el gobierno mexicano confiscó el Club Alemán, localizado en el predio contiguo a la residencia de los Paterson*.

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Continuando con la cuadrilateral estrategia propagandística de Marett, además de los periódicos, la OIA era responsable de una enorme producción de panfletos. Fue grandioso, de hecho, que la oficina de la Ciudad de México se convirtiera eventualmente en el centro del Caribe y América Central. Esos panfletos eran enviados por miles a todo México, bajo la extremadamente capaz dirección de Dora Cockburn. Las listas de correo tomaron una importancia suprema: nombres y direcciones de “líderes de opinión”, como políticos, abogados, oficiales del ejército, hombres de negocios y directores de escuelas. Mrs. Cockburn contaba con un verdadero ejército de damas de la comunidad inglesa, que ofrecían voluntariamente su tiempo y esfuerzo en favor de la mecánica mundana de esta operación.

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En general, el contenido de los panfletos era de seriedad extrema pero, ocasionalmente, se permitía un poco de humor. Una de esas publicaciones más ligeras contaba la historia de “un sacerdote español, hombre más bien pequeño” que podía probar que Hitler era el Anticristo, utilizando un complicado proceso astrológico para sustentar su declaración. Bevan escribe que este libro logró gran éxito entre la “franja lunática”, ¡misma que no se molesta en definir!

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La OIA también estaba a cargo de publicar un calendario de Año Nuevo: Una pintura cursi del Santo Patrono Inglés, San Jorge, aniquilando al dragón nazi, con las saqueadas naciones europeas representadas por hermosas damiselas, que posaban al fondo en seductora agonía. ¿Quién sabe durante cuántos años este curioso arte de calendario adornó las paredes de las humildes viviendas campesinas? El caso es que tuvo gran éxito.

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La tercera arma propagandística de Marett fue el uso de la radio, a pesar de que dicho medio de comunicación estaba en sus primeros años de vida. El principal instrumento de transmisión durante los años iniciales de la guerra fue la BBC, que ofrecía un servicio en español para América Latina. Una de las principales tareas de la OIA era generar interés en las estaciones locales de radio en México de difundir ese programa en español. También habían transcripciones de la BBC de programas culturales y de entretenimiento grabados en discos, que se distribuían gratuitamente a las estaciones de radio. (La propaganda alemana en radio era muy eficiente, “con la introducción regular de una hermosa orquesta ligera interpretando el ‘Largo’ de Hendel”*).  Pero Noel Lindsay, el inglés anteriormente mencionado, logró un gran éxito como director de este programa: rápidamente, la BBC tuvo una gran audiencia en México y no era poco común escuchar los familiares tonos del Big Ben vibrando a través del territorio mexicano.

La cuarta herramienta de propaganda utilizada por la OIA fue el área dual de la publicación de libros y películas. La Oficina otorgó a un capaz refugiado español los recursos para establecer un negocio de publicaciones Los libros de la guerra eran traducidos al español y se vendían en ediciones impresas. Simultáneamente, las películas documentales de la guerra, proporcionados por el ministerio de información, eran distribuidas por solicitud en clubes e instituciones que tenían proyectores.

La meta principal de la OIA de cambiar la tendencia de la opinión pública hacia el fascismo y convencer a la gente de que unirse a los aliados era lo más conveniente a sus intereses, fue lograda a principios de 1942. Pearl Harbor había beneficiado a la causa aliada en gran medida. * En febrero de 1942, el nuevo Ministro Británico, Charles Bateman §, llegó a México; se restablecieron las relaciones diplomáticas ahora que México era un aliado. Robert Marett se hizo “respetable, para mi secreto pesar”[10]después de ser nombrado Agregado de Prensa con el rango de Segundo Secretario en la Legación. Justo cuando empezaba a sentir la tranquilidad, después de tres años de excitación y estimulación creativa en la organización de la OIA, Marett recibió un inesperado telegrama en el que se le solicitaba ocupar urgentemente la vacante en Washington. Por lo tanto, y confiando en haber cumplido su misión en México, el brillante isleño de Jersey partió a un nuevo puesto y nunca más regresó a México en alguna visita oficial. Murió en 1981.

(Inserto. Mr. Robert Marett)

(Inserto. Mr. Bernard Bevan)

(Inserto. Mr. T. Ifor Rees)

(Inserto. Instrucciones mimeografiadas de la OIA)

 

“El poder de realizar grandes cosas generalmente proviene del deseo de realizar pequeñas cosas”

Lema de la Guerra

Comité de Caridad

 

[1] Robert H.K. Marett, Through the Back Door (A Través de la Puerta Trasera). Página 54.

* Oxford University Press, Londres, Nueva York y Toronto. 1939.

[2] Op. cit. Marett, Eye – Witness...Página 247

[3] Op. cit. Marett, Through the Back Door (A Través de la Puerta Trasera). Página 51

[4] Ibid.

* Posteriormente, esta dirección cambió a Calle de Londres No. 11 y después a Sadi Carnot No. 12.

[5] Ibid. Página 55-56

* De acuerdo con la correspondencia sostenida con Mr. Bevan durante los últimos tres años, de hecho continúa siendo un “infatigable trabajador”. Actualmente tiene un poco más de ochenta años de edad y vive en Rye, al este de Sussex, y está por terminar una nueva edición de su volumen clásico “A History of Spanish-American Architecture” (“Una Historia de la Arquitectura Española-Americana”). Mr. Bevan también es autor de “The Chinantec” (“Los Chinantecos”), referente a esa casi desconocida tribu oaxaqueña.

[6] Ibid. Páginas 55-56

[7] Op. cit. Kirk. Páginas 301-302.

* “Extranjero Indeseable”

[8] Op. Cit. Marett. A través...página 56

[9] Correspondencia con Bernard Bevan, 1989

* Order of the British Empire (Orden del Imperio Británico)

* Actualmente es el Conservatorio Nacional de Música.

* Citado en una carta de Bernard Bevan. 18 de julio de 1989.

*El Presidente Ávila Camacho puso en riesgo las relaciones diplomáticas con Japón el 8 de diciembre de 1941; con Alemania e Italia el 11 de diciembre de 1941. La declaración de guerra en contra de las tres potencias del Eje fue el 28 de mayo de 1942.

§ Posteriormente, Sir Charles Bateman

[10] Op. Cit. Marett. A través...página 69

 

Capítulo III: La Comunidad Británica 

Comité de Calidad de Guerra

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La recolección de fondos era vital en los esfuerzos de guerra. Para la promoción y coordinación de esta actividad, se formó el Comité de Caridad de Guerra. T. Ifor Rees, cónsul general británico, fue presidente de este grupo hasta finales de 1943, cuando fue enviado como ministro británico de Bolivia. El comité se componía de un gran número de fieles y devotos miembros de la comunidad británica, siendo líder cada uno de ellos en su ramo y, por lo tanto, muy ocupados, incluso sin tomar en cuenta esta carga adicional de responsabilidad. Como éste era el organismo gobernante de todas las organizaciones subsidiarias de recolección de fondos, que examinaremos posteriormente a mayor detalle, es justo mencionar a cada persona por separado, con una o dos frases acerca de sus contribuciones.

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George R.G. Conway era el vice-presidente y ocupó la posición  superior a la partida de Mr. Rees. Como presidente de la Compañía de Luz y Fuerza de México, Mr. Conway era muy respetado en el país y en la comunidad. Además de su prestigio en los negocios, también era reconocido por su original investigación de antiguos manuscritos coloniales y por su excelente biblioteca. Su esposa, Mrs. Nan Conway, estuvo a cargo del Comité Femenino Ejecutivo Auxiliar desde su formación.

Después de George Conway, en orden alfabético, citamos a los miembros del Comité:

Leonard Adams, contador fundador, gran colaborador del trabajo de benevolencia de la comunidad, con uno de sus hijos en las Fuerzas Armadas.

 

León Behan, presidente del Comité Judío Central y líder en el apoyo a la Caridad Británica de Guerra, incluyendo numerosas ambulancias.

 

E.H.E. Bourchier, director general de “La Comercial”, compañía de seguros contra incendios, y espíritu líder en la “Hermandad de los Bramidos”, un sub-comité para recolectar más fondos para “Más fuerza Aérea”.

 

Robert Bowman, tesorero de la Compañía de Luz y Fuerza de México, un popular soltero que entregaba su tiempo libre a las causas benéficas quien, como “Receptor de lo  que Caía del Cielo”, reunía los fondos para la “Hermandad”.

 

H. Murray Campbell, comerciante que representaba a las Cámaras Extranjeras de Comercio en el Comité Mexicano de Defensa Civil. Murray mantuvo viva la idea de tomar precauciones contra los ataques aéreos de las fuerzas del Eje en la Ciudad de México y en las ciudades portuarias.

 

Ian D. Davidson, representante de los intereses petroleros británicos en México y, por lo tanto, en posición de asesorar adecuadamente al comité.

 

Dr. Charles Hardwicke, ex-director médico de la Compañía de Luz y Fuerza de México y del Hospital Cowdray, un gran favorito de la amplia comunidad de caridad.

 

A. Percival Hughes, pro-cónsul británico y secretario del comité, que tenía dos hijos en la Fuerza Aérea Real.

 

Donald Mackenzie, banquero y hombre de negocios de profesión, muy capaz en la asesoría financiera para el comité. Como concertista de violín, Mackenzie actuó voluntariamente en funciones de caridad.

 

J.J. MacGregor Mills, importante director de negocios en la comunidad, muy activo en las labores de la Asociación Británica de Veteranos Militares.

 

L.M. Speirs, quien perteneció a un regimiento escocés durante la Primera Guerra Mundial y cuya membresía en el comité fue desafortunadamente corta por una seria enfermedad.

 

H.R. Stech, fundador de los Trail Rangers de la Ciudad de México e impresor del boletín quincenal del comité, que financiaba de su propio bolsillo.

 

D. C. Taylor, director general asistente de Ferrocarriles Mexicanos y tesorero de la Cámara Británica de Comercio.

 

M.S. Turner, recientemente retirado del negocio de los seguros y muy activo en la venta de Certificados Nacionales de Ahorro Británicos. “Monty” tenía dos hijos enrolados en la vida militar.

 

R.B.E. Turnbull, piloto en la Primera Guerra Mundial, tenía dos hijos en la Real Fuerza Aérea y ambos murieron en batalla.

 

Estos fueron los caballeros con el “poder de realizar grandes cosas”; el hecho de que hayan logrado el éxito radicaba, sin duda, en su “deseo de realizar pequeñas cosas”. Durante una conversación con Mr. Donald Mackenzie, en paz descanse, unos pocos días antes de su muerte*, recordaba la actividad durante aquellos años: “Mi contribución al esfuerzo comunitario fue establecer un bar para eventos sociales, servir bebidas y atender mesas. Con frecuencia, había más de un evento en una noche. Era una tarea exhaustiva después de un largo día de trabajo, volver a casa, cambiarse de ropa para la fiesta, y poder ir a dormir después de la una de la mañana. Lo hacíamos con gusto, desde luego, pero mirando atrás, todos estábamos cansados en aquel tiempo...” con su modestia habitual, Mr. Mackenzie nunca reveló que todas las bebidas eran donadas por su compañía.

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Claro que la gente estaba cansada. ¿De qué otra manera hubiera sido posible reunir alrededor de un millón de pesos durante los primeros dos años de la guerra? El presidente del comité, en una carta de reconocimiento y gratitud a la comunidad británica, atribuye en gran medida este “sorprendente resultado” a la excelente organización y versátil producción de parte de los grupos de  damas.  Ciertamente, sus manos nunca estuvieron ociosas ni sus cocinas apagadas, en constantes sesiones de guisado en los que se removían jaleas y mermeladas, panes y pasteles, bocadillos y más y más delicias. Todo ello, no es necesario decirlo, era para la venta, para generar dinero y comprar aviones, ambulancias y sí, hasta cigarros para los soldados.

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Una cuidadosa lectura de las viejas copias del Pip Squeak* revela los métodos más sorprendentes y originales para reunir fondos. En la edición del 8 de noviembre de 1941, se anuncia un Baile de Rifa: Una cena-baile que se realizaría el día 14 en el Restaurante Chapultepec, un elegante recinto ubicado casi a la sombra del castillo. Esa noche, se entregaría una “Caja de Plata”, el regalo de la Reina, al “afortunado ganador”. Los editores del Pip Squeak enfatizaron orgullosamente que “esta caja no sería regalada al azar”. El grabado de la caja de plata revela su origen en la ciudad de Chester, entre 1848 y 1851...una reliquia de familia. Los editores prosiguieron: “Es más que una hermosa cigarrera, es el delicado gesto de una Dama que ha vivido una terrible guerra, ‘usando cintas y perlas’, una Reina que se preocupa por ser la más hermosa para su invencible pueblo, sonriente, graciosa y adorada”.

En esa misma ocasión también habría una subasta, comandada por el muy reconocido maestro de ceremonias. Hedley Quick, en la que las donaciones de famosas estrellas de Hollywood serían entregadas al mejor postor. Merle Oberon envió un vestido rojo de punto; Paulette Goddard contribuyó con pijamas de lamé dorado; Maureen O´Hara entrgó dos sombreros para la ocasión y Ronald Colman donó una pipa Dunhill.

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El calendario de eventos sociales de casi cada semana, durante los primeros años de la guerra, contenía al menos uno de los siguientes eventos: Un desfile de modas en el Club de Golf Chapultepec, una fiesta de cóctel en el British Club, una reunión de la Hermandad de los Bramidos con un “espectacular programa ejecutado por talentos profesionales”, una cena-buffet patrocinada por la Asociación Británica de Veteranos Militares, un té ofrecido en el University Club por las damas de la Association des Amis des Volontaires Francais, una venta de comida en la Iglesia de Cristo, un concierto patrocinado por las damas de los Grupos Judíos a Favor de la Francia Libre, un bazar de Navidad en el Club Atlético Reforma, un desayuno de beneficencia para los refugiados de los campos nazis de concentración y, tal vez las más memorables de todas, las Fiestas de Jardín para recolección de fondos. Estos eran eventos de gala que representaron grandes regalías para la comunidad británica*. Escuche las descripciones de algunas de estas celebraciones:

“La Fiesta de Jardín del Grupo de San Ángel, en la residencia de Mr. y Mrs. Kenneth Bannister, fue un rotundo éxito. La organización fue perfecta, cada flor del jardín parecía haber florecido para la ocasión...se lucieron los últimos modelos de vestidos para la temporada primaveral...”

“Una Fiesta de Jardín con almuerzo, precedida por una cacería de huevos de Pascua para los niños, se celebrará en la residencia de Mrs. Kenneth Bannister, Reforma No. 13, Villa Obregón...se presentarán danzas mexicanas...”

“La tarde de la fiesta del May Day, en la residencia de Mrs. Robinson...nublada pero placentera...cerca de cuatrocientas personas en el enorme jardín...nos sentamos alrededor del césped mientras que se presentaban unas pequeñas y encantadoras  tableaux y, después del té, una breve representación de radio por su autor, Noel Lindsay...”

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La ingenuidad de los británicos para reunir fondos, con el propósito de ganar la guerra, nunca deja de ser impresionante. Las producciones de Gilbert y Sullivan eran siempre muy populares. Los Cantos de la Comunidad eran otra forma de obtener dinero. Las fiestas de Navidad se organizaban para los niños y el Coro de la Iglesia de Cristo daba conciertos de canciones populares de guerra. Las películas y las “tómbolas”, las clases de bridge y los torneos de golf también contribuyeron para generar ingresos destinados a la caridad durante la guerra. De entre los artistas individuales, sobresalía cierto mago, un inglés* cuyo nombre artístico era Fu Manchú y que contaba con un hábil asistente ¡llamado Tonto Soy!

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“Fu Manchú fue el éxito de la noche en la fiesta del primer aniversario de la “Hermandad de los Bramidos”. Se lograron otros éxitos en términos financieros y todos los asistentes contribuyeron a gran escala aquella noche”.

“El lunes 10 de noviembre de 1941, Fu Manchú donará generosamente el 50% de lo recibido por sus espectáculos en el Follies Bergere, al Fondo Británico de Caridad de Guerra”.

“El día de San Jorge, el 23 de abril (1945), Fu Manchú dará un espectáculo especial para la colonia británica en el Teatro Abreu, en la calle San Salvador No. 55, patrocinado por el Grupo Reforma”.

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Con todos estos espléndidos y creativos esfuerzos, no es sorprendente que la siguiente misiva fuera recibida desde el número 10 de la calle Downing, en Londres, el 8 de octubre de 1941 y con dedicatoria PERSONAL:

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Estimado Mr. Ifor Rees:

Fue muy interesante recibir su carta en la que me describe la manera en que fueron recolectados los donativos de México, los más generosos que hemos recibido en este país. Es realmente maravilloso y reconocemos profundamente el crédito de quienes organizaron la colecta.

Muy sinceramente

(Firmado)

Clementine S. Churchill

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Habían 22 organizaciones en la lista de beneficiarios del Fondo de la Comunidad Británica de Caridad de Guerra. A continuación se enlistan dichos beneficiarios, en el orden en que los fondos prorrateados entre ellos:

El Fondo H.R.H. The Duke of Gloucester´s Red Cross and St. John

El Fondo Lord Mayor´s Empire Air Raid Distress

El Fondo King George´s for Sailors

El Fondo R.A.F. Benevolent

Y.M.C.A

Y.W.C.A

Ambulancias

Servicio Voluntario Femenino para la Defensa Civil

El Fondo Overseas League Tobacco

El Fondo Earl Haig

Donación de Arroz para la Cruz Roja

R.A.F. Comforts

St. Dunstand´s

Liga Naval

El Hospital para Niños Enfermos

Les Aims des Volontairres Francais

H.G.M. Queen Elizabeth for War Relief

Hospital de Maternidad de la Reina Carlota

 El Fondo Real del Ministerio de Pensins

Sociedad de Beneficencia de Veteranos de Guerra

Además de estas organizaciones, debemos agregar los Hogares para Huérfanos del Dr. Bernardo, que recibían donativos privados recolectados por Mrs. T.R. Phillips y probablemente también por otras personas.

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Adicionalmente a las grandes donaciones monetarias, había  muchas compras de carácter específico en las que los británicos obtuvieron crédito. Una de ellas era una Ford Van, que resultó ser muy útil en la distribución de ropa para personas víctimas de bombardeos o niños evacuados. Otra expresión de gratitud se refiere a la donación de una pequeña cantina, llamada “Mugs in Time” que era muy efectiva para responder rápidamente a llamadas de auxilio y servir alimentos calientes a escuadrones pequeños de tropas.

El Fondo Spitfire, cuyo presidente era Mr. George Conway y tenía como tesorero honorario a Mr. C.F. Day, era uno de los proyectos más exitosos del comité. El costo de un “Spitfire” era de 5,000 libras ($20,000). Cuando se lanzó la convocatoria, hubo inmediata respuesta a lo largo de la República Mexicana. Se recibieron respuestas desde lugares tan lejanos como Álamos, Sonora y, en noviembre de 1940, se recibieron 20 donativos solamente de Pachuca.

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“La comunidad británica en México ha sido extremadamente generosa con el Fondo Overseas League Tobacco para las fuerzas armadas”, escribió el presidente del fondo. Hasta octubre de 1944, se habían distribuido 700 millones de cigarrillos, así como grandes cantidades de tabaco para pipa entre los hombres que luchaban en el extranjero, los heridos en los hospitales y entre los prisioneros de guerra. ¿A dónde los enviaban? “A cada guarnición solitaria desde Islandia y los Faros de Gibraltar y Malta, en los desiertos del Medio Este, en el oeste de África, en Assam y Ceilán y Madagascar...a barcos...a bases aéreas...a hospitales...a campos P.O.W. en Alemania”. Esa fundación de tabaco fue de las más apreciadas en aquellos días de tensión, “cuando un cigarrillo significaba contar con un poco más de energía”.

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La compra de Certificados Nacionales de Ahorro Británicos fue el regalo sugerido de Navidad en 1944 para todos los lectores de Work for Victory (Trabajo por la Victoria). Esos certificados, cuya venta fue encabezada por Montague S. Turner, se convirtieron en populares obsequios para los niños.

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El archivo de cartas de los beneficiarios de los fondos, expresando agradecimiento, es un estudio de variedad. El gigantesco éxodo de niños de Londres y del sur de Inglaterra provocó una frenética súplica de madres y enfermeras para conseguir transporte para toda esa gente. ¡El Comité de Caridad de Guerra, por consecuencia, contribuyó con la compra de carreolas! Otro donativo fue enviado por la Y.W.C.A. para la adquisición de una “casa vieja y encantadora, convenientemente ubicada”, en donde las chicas de la W.R.E.N., la W.R.A.F, etc. podían ir a descansar y disfrutar de una atmósfera casera mientras no estuvieran trabajando. La Y.W.C.A. instaló una placa indicando que ese centro era posible gracias a la generosidad de la comunidad británica de la Ciudad de México.

El reconocido Junior Club, operando bajo el auspicio del Comité de Caridad de Guerra, contaba con niños y adolescentes entre sus miembros. Por medio de la recolección y venta de periódicos y revistas viejos, botellas vacías, latas de estaño, discos rotos de gramáfono y más desechos, estos muchachos pudieron comprar y dar mantenimiento a una ambulancia de campo ligero, y a muchas camas de hospital en Gran Bretaña. Una carta de Lord Iliffe, presidente del Appeal Commitee de H.R.H, la Cruz Roja del Duque de Gloucester y el Fondo St. John, incluye el recibo oficial por la suma enviada para el mantenimiento de la ambulancia (aproximadamente $500 mensuales) y contenía la siguiente carta de la conductora del vehículo al Junior Club.

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(Extracto)

“Norfolk, Inglaterra.

Estimado Señor:

Creo que sus colaboradores tal vez querrían ver una fotografía de su ambulancia, que he conducido hasta mediados de diciembre. En la fotografía podrán ver fácilmente la inscripción que atrae sumo interés mientras la ambulancia circula alrededor del país. Generalmente, los pasajeros son militares...pero he llevado uno o dos civiles, víctimas de ataques aéreos. Recuerdo a una apreciable anciana que fue atrapada, junto con su esposo, debajo de las ruinas de su casa. Después de dos horas, fue rescatada y transportada al hospital. Su esposo falleció...llena de gratitud por las atenciones que había recibido, la dama expresó un inmenso placer por el confortable traslado y deseó que alguien les dijera a los jóvenes de México que una anciana les envía su agradecimiento por sus consideraciones...

(Firmado)

Doris F. Webster,

Conductora de Ambulancia

(Inserto. Artículo en London por Mrs. Lolita Turner)

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* El 24 de septiembre de 1989.

* Consultar la página ____ para mayores detalles sobre esta importante publicación.

* La British and Commonwealth Society está muy agradecida con Mr. Kenneth Bannister por contribuir con películas filmadas en aquellos eventos, que se transfirieron a cassettes con formato VHS y con comentarios.

* Su nombre real era David T. Bamberg

Capítulo IV: Las Tropas Femeninas Auxiliares

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Aproximadamente el 50 por ciento del Fondo Británico de Caridad para la Guerra fue recolectado por las Tropas Femeninas Auxiliares, con sus oficinas centrales en la Ciudad de México y compuestas por pequeños grupos en toda la República Mexicana. Según las declaraciones del artículo del Pip Squeak de diciembre de 1941, “En donde quiera que viva más de una persona de origen británico; ya sea en los lejanos campos mineros, en poblaciones montañesas o en ciudades ubicadas en la mitad del desierto, existe un grupo formado para beneficio del Fondo Británico de Caridad para la Guerra; y si solamente una persona vive allí, él hace donativos o ella teje, y nos dedicamos a involucrar a nuestros amigos de todas nacionalidades...con el deseo de ayudar al Fondo Británico de Caridad”. Cualquier oportunidad era aprovechada por las Tropas Femeninas Auxiliares para señalar, con evidente orgullo, que casi todos los grupos contaban entre sus miembros con mujeres de nacionalidades distintas a la británica.

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La anatomía de este gran organismo de los tiempos de la guerra era como se describe a continuación:

El Comité Ejecutivo:

Presidenta – Mrs. G.R.G. (Nan) Conway

Vice-presidenta – Mrs. F. M. Davies

Secretaria – Mrs. Yvonne Heenan, conocida de soltera como Lacaud

Tesorera – Mrs. Leonard (Connie) Adams

Presidenta Honoraria – Mrs. C.H. Bateman, esposa del embajador británico cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas.

Bajo la dirección de este talentoso comité, se formaron once grupos en la Ciudad de México. La estructura se describe a continuación:

Grupo Británico-Americano

Con Mrs. Harold Neumegan como presidenta.

El Grupo de Negocios

Encabezado por Mrs. Minnie Well, quien falleció; posteriormente por Mrs. Guy Jones.

El Grupo Canadiense

Encabezado por Mrs. W.S. Durkin

El Grupo Inglés

Bajo el comando de Mrs. F. Boyd Michael

El Grupo Reforma

Dirigido por Mrs. T. Miller Davis

El Grupo San Ángel

Guiado por Mrs. Kenneth Bannister

El Grupo Escocés

Cuya presidenta fue Mrs. George Karse

El Grupo Senior

Bajo el comando de Mrs. M.S. Turner

El Grupo de Mujeres Jóvenes Casadas

Encabezado por Mrs. H. Leggatt

El Grupo Infantil

Diigido por Mrs. Harold Golding

El Grupo de Jóvenes Damas

Encabezado por Joan Comber

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Se organizaron nueve grupos de mujeres en otras ciudades dentro de la República. Se describen a continuación, en orden alfabético, con el nombre de la presidenta que ocupaba dicho cargo en 1943:

El Grupo de Chihuahua: Mrs. M.V. Seaver

El Grupo de Guadalajara: Mrs. A.F. Williams

El Grupo de Guanajuato: Mrs. Nancy G. Parkes

El Grupo de Irapuato: Mrs. Alfred M. Barlow

El Grupo de Orizaba: Mrs. W. McIndoe

El Grupo de Pachuca: Mrs. Alixe Reed

El Grupo del Parral: Miss Patterson

El Grupo de San Luis Potosí: Mrs. R.E. Dobson

El Grupo de Tampico: Miss W. M. Winter

El Grupo de Torreón: Mr. y Mrs. S. Dutton-Pegram

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Con lo anterior completamos la estructura de las Tropas Femeninas Auxiliares. El principal evento del año, organizado, desde luego, con el propósito de reunir fondos para enviar a Inglaterra, era el Bazar de Navidad. Cada grupo participaba para hacer de esta festividad una ocasión memorable. Regularmente tenía lugar en el University Club, en Paseo de la Reforma. El talento especial de Dorothy Golding para promover la cooperación entre los grandes grupos, le hizo merecer regularmente el nombramiento de presidenta de dicho evento.

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Antes de investigar las estrategias reales que estas mujeres utilizaron para reunir una cantidad de dinero tan sorprendente, debemos tomar en cuenta que muy pocas de ellas habían vivido previamente dentro de un estilo de vida económicamente remunerativo. Acostumbradas a los sirvientes, rodeadas de lujosas atenciones y con maridos en posiciones ejecutivas, muchas de las mujeres de las Tropas pertenecían a la privilegiada clase de una comunidad extranjera en un país sumamente agradable. La vida tranquila de la Ciudad de México, hace más de cincuenta años, era proporcional a su población de 1,760,000 habitantes*, comparada con los 20 millones de la actualidad. Las damas de la comunidad británica eran, generalmente, un grupo privilegiado. Su seriedad se atribuye a su labor en la Iglesia de Cristo; sus intereses culturales se manifiestan en su sociedad literaria, las presentaciones dramáticas y la participación musical. Habían tenido oportunidad de realizar viajes; algunas de ellas habían sufrido tiempos difíciles viviendo en aisladas provincias antes de llevar a la capital, en donde les esperaba un estilo de vida más amable. Pero ni ser anfitrionas o realizar labores de jardinería, ni el tenis o el mah-jong fueron apropiados para prepararlas en la tarea que enfrentaron las citadas mujeres, con el terrible hecho de la guerra que estalló sobre la comunidad británica.

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Con esto en mente, su labor adquiere más valor, por no decir que fue admirable, cuando se aprecia la suma total de sus esfuerzos. Cada persona parece tener una habilidad potencial en el fondo de su ser, y la combinación de creatividad e imaginación con perseverancia y arduo trabajo, es capaz de superar cualquiera de sus logros pasados. Ésta debió ser una época de auto-realización para muchas de aquellas mujeres. Ciertamente, la comunidad británica tiene todo el derecho de sentirse orgullosa de sus Tropas Femeninas Auxiliares durante la Segunda Guerra Mundial.

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¡Casi sería más sencillo enlistar lo que estos grupos de mujeres no hicieron para reunir dinero! Simplemente parece no haber fin en las estrategias productoras de utilidades, que fueron imaginadas de manera individual o colectiva. Cada uno de los anteriormente mencionados grupos de la Ciudad de México tenía un área general de actividad, que era cumplida, pero con un número infinito de variantes en el tema central. Por ejemplo, Mrs. Neumegan, la dinámica líder del Grupo Británico-Americano, sugirió un Salón Central de Ventas, en donde los productos elaborados por los diferentes grupos de trabajo pudieran ser exhibidos y vendidos. Como consecuencia de esta idea, Carlos Young, un antiguo miembro dela comunidad, donó un local para tal propósito en la calle de Guadalajara No. 32, un almacén central en la Colonia Condesa. Eventualmente, se designó a una comisión para esta tienda, en donde se vendía todo tipo de artículos para el hogar al público, incluso algunos muebles. La tienda estuvo a cargo de la venta de todos los enseres domésticos de gente de se marchaba del país.

La Venta de Libros de Segunda Mano, que pertenecía al mismo grupo empresarial, organizó una base permanente a cargo de Mrs. Claude Butlin. Cada viernes, en el mezzanine del Hotel Geneve, que fue donado por la gerencia del hotel, Mrs. Butlin y sus asistentes vendían libros y revistas que también habían sido donadas.

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Otro grupo sumamente activo de la Ciudad de México fue conocido como el Grupo de Negocios, ya que la mayoría de sus miembros eran mujeres empresarias. Este grupo fue, de hecho, el que patrocinó el Baile de la Rifa del Regalo de la Reina, mencionado con anterioridad, en donde se recaudó una atractiva suma por la subasta de bienes de estrellas de Hollywood. En dicho evento, las señoritas Mayer, Elsie y Anita hicieron su gran contribución al Fondo. El interés principal de este grupo era la publicación semanal del boletín Pip Squeak, para beneficio de toda la comunidad de los tiempos de guerra. El primer ejemplar apareció en octubre de 1939; Elizabeth Murray Campbell era la editora. El nombre de este boletín noticioso se deriva de la Primera Guerra Mundial, de un discurso realizado en la Casa de los Comunes: “¡Debemos exprimir a los alemanes hasta que chillen los puntos (pip squeak)!” Sería imposible exagerar la importancia del papel que tuvo este instrumento de comunicación. Servía como clarificador de los asuntos de la comunidad, anunciaba eventos sociales, misiones o fondos especiales, publicaba noticias de las fuerzas armadas y proporcionaba anécdotas humorísticas como premio adicional. Sin este papel impreso, el trabajo de las Tropas Femeninas Auxiliares y, sin duda, de todo el Comité de Caridad de Guerra, se hubiera entorpecido en gran medida, a falta de canales efectivos. Era un factor altamente unificador en aquél entonces, y es una fuente incomparable de información para la investigación histórica de nuestros días. A pesar de que no existe una razón clara del cambio de nombre del boletín, en febrero de 1942, el Pip Squeak fue reemplazado por “Trabajo por la Victoria”, pero la editora y su afanoso personal permanecieron sin cambios hasta el final de la guerra.

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El Grupo Canadiense ha sido descrito como una “mina de oro para el Fondo”. Mrs. Warren Gale, presidenta del grupo, aceptó la idea de crear cajas, empaques ornamentales de todas formas y tamaños, para vender. Esta sugerencia provino de Mrs. Bernier quien, posteriormente, abrió una tienda de regalos franceses para vender artículos creados por el grupo. Cajas, charolas y artículos pintados a mano eran vendidos cada viernes, en Guadalajara No. 32 y, obviamente, en el Bazar de Navidad.

El Grupo Inglés inició fabricando ropa para niños y tejiendo suéteres para bebés. A partir de lo anterior, continuaron con la venta de ropa infantil de segunda mano a comisión los viernes, por supuesto, en Guadalajara No. 32. Además, las damas pertenecientes al grupo eran famosas por sus jaleas, mermeladas y pepinillos.

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El Grupo Reforma estaba dedicado a la costura, específicamente de ropa blanca para el hogar. La idea de crear un taller para elaborar sábanas, fundas para almohadas, toallas, juegos de mesa y objetos de tela para la cocina, es decir, todo tipo de artículos de tela para uso doméstico, provino de Mrs. George del Río. Kathy Nock, su nombre de soltera, acondicionó un taller en su casa, en Pirineos 615, para las máquinas de coser, cuatro en total, y las ganancias obtenidas por las ventas de este grupo ocuparon un alto rango en la lista de contribuciones al Fondo.

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El Grupo de San Ángel era la fuente de muchos artículos para la venta en la Tienda Auxiliar. Su especialidad fue la venta de objetos de la British War Relief, fabricados en los Estados Unidos. Insignias, emblemas, estuches, etc. eran muy bien vendidos aquí, lo cual significaba un doble beneficio para la Relief Society. El Grupo de San Ángel también patrocinó torneos mensuales dobles de bridge, con la ayuda de Mrs. Magda Sánchez Fogarty y otras amigas mexicanas. Fue una “sorprendentemente exitosa fuente de ingresos para el Fondo”, de acuerdo con el reporte del grupo.

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Las pantallas para lámparas, de cientos de diferentes diseños y materiales, se convirtieron en sinónimos del Grupo Escocés. Las damas Paterson, Mrs. C. Gordon y Mrs. Harry eran responsables de los patrones de las pantallas para lámparas, y la laboriosa cooperación de muchas manos convirtieron este proyecto en un gran ganador. Muchas de estas pantallas para lámparas todavía permanecen como evidencia en algunos hogares actuales, por no hablar de los muchos diseños originales que han sido copiados. Este grupo de mujeres también elaboraba bocadillos y pasteles, pepinillos y mermeladas.

Bajo el hábil liderazgo de Grace Turner, conocida de soltera como Woodrow, el Grupo Senior se involucró en la recolección de fondos por medio de tres objetivos principales: Una venta de comida, cada viernes, en el Parish Hall de la Iglesia de Cristo, en la calle de Artículo 123; una venta de artículos usados, cada martes, en la calle Chihuahua y una tienda de vestidos por comisión en Guadalajara No. 32, para la venta de prendas de vestir de segunda mano. Los registros financieros revelan que estas acciones fueron excelentes propuestas para generar dinero, con mucho trabajo implicado.

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La fabricación de dulces para el Bazar de Navidad era el proyecto principal del Grupo de Mujeres Jóvenes Casadas. También vendían suscripciones a revistas, dedicando las comisiones al Fondo. Había una considerable cooperación entre los grupos, como en la ocasión de la “Venta de Plantas y Flores en la Tienda de Té Suástica, en las Colinas de Chapultepec”*. Para este evento, “el clima se comportó exactamente como una primavera inglesa, de manera que el té, servido frente al fuego de la planta baja por el Grupo de las Mujeres Jóvenes, era más que bienvenido”.

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Además de ser la eterna favorita de la presidencia del Bazar, Mrs. Harold Golding, conocida de soltera como Hamer, también era líder del Grupo Infantil. Los espectáculos de marionetas eran eventos populares, organizados por este grupo para reunir dinero, a pesar de que muchos de sus miembros estaban estudiando en Canadá o en los Estados Unidos.

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El Grupo de Jóvenes Damas, con Joan Comber a la cabeza, se enorgullecía de sus membresías multi-nacionales. Veinte jóvenes, incluyendo checoslovacas, holandesas, noruegas y mexicanas, prestaron ayuda sirviendo té y ayudando en funciones sociales, bailes y espectáculos. También elaboraron objetos pintados a mano, para ser vendidos en el Bazar.

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No solamente se vendían objetos hechos a mano para el fondo. No solamente se organizaban subastas, torneos de bridge y Cantos de la Comunidad. No solamente se hacían reuniones de té-bingo y concursos de chistes, tardes de cabaret y estrenos de películas. No solamente suscripciones a revistas, tarjetas navideñas y libros usados fueron vendidos. La lista de actividades industriosas para producir utilidades parece un manual de”Cómo hacer dinero de la nada”. Había desfiles de bebés, de perros, visitas a casas y jardines, concursos de preguntas (torneos de “D´Ye Ken”), lecciones de francés y decoración de interiores con un porcentaje destinado al Fondo. Cecil O´Gorman hacía retratos pintados; El Hotel la Rivera en Acapulco donó parte del costo de hospedaje; las tiendas con servicio de envío “Out-of-Towners” vendía todo al mismo precio. Los cosméticos y las cremas eran el departamento especial de Mrs. George del Río; y su padre, Mr. E. H. Nock, vendió plantas de semilla para la causa. El chutney de mango compitió en los bazares con artículos tan enigmáticos como “faldas de palo de escoba” y “placas de póker”. Se vendían árboles jóvenes, así como “finos claveles ingleses”. Ceniceros de plata con el escudo de armas británico, velas con la “V de la Victoria” y una cera especial para pisos eran, todos ellos, fabricados específicamente para el Fondo. La droguería El Elefante, en la esquina de Isabel la Católica y cinco de Mayo donaron el diez por ciento de todas sus ventas. Y Evelyn Bourchier, M.B.E, la fundadora y directora de las Guías de Niñas, decoraron huevos de Pascua para aquellos afortunados que podían comprarlos.

¡Ah! Pero era mucho más impresionante la manera en que ahorraba la comunidad. Los objetos destinados al desecho tenían tantos usos que parecían no tener fin. Comenzando con los periódicos viejos y continuando con antiguos y desgastados tapetes, trapos de cocina, discos, viejos tubos de pasta dentífrica, navajas de afeitar, botellas y jarras, latas de estaño y láminas de aluminio, la economía también se extendió a las corbatas viejas, barajas y estampillas. Después de todo, $500 para el mantenimiento de la ambulancia de campo es mucho dinero para ser recaudado de esta manera.

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Evidentemente, la mayor concentración de recolección de fondos era en el Distrito Federal, pero sería un error subestimar las contribuciones que provenían, de manera regular, de las provincias. Grandes masas de lana para tejer suéteres, medias, bufandas y ponchos eran enviadas por las Tropas Auxiliares Femeninas de la Ciudad de México a las siguientes ciudades y pueblos de la República: Tampico, Orizaba, Chihuahua, Parral, Santa Bárbara, Guadalajara, San Luis Potosí, Salinas, Jaco, Palomas, Isla del Carmen, Irapuato, Guanajuato, León, Saltillo, Teoyoltita, Cuernavaca, Taxco, Los Mochis, Torreón, Mazatlán, Durango, Puebla, Monterrey, Matehuala, San Francisco del Oro, Pachuca y Real del monte.

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En diciembre de 1944, Trabajo para la Victoria pudo anunciar orgullosamente los envíos a Gran Bretaña, desde enero de 1941 hasta octubre de 1944:

Artículos tejidos para civiles:

3047 suéteres

1188 bufandas

426 pares de medias

177 ponchos

228 prendas de ropa infantil

229 prendas clasificadas

Ropa para civiles (elaboradas o donadas)

495 prendas de ropa para hombre (trajes, camisas, etc.)

465 prendas de ropa para mujer (vestidos, abrigos, etc.)

431 prendas de ropa infantil

175 prendas de ropa para bebés

130 pares de zapatos

6 cobijas

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Los artículos tejidos para la fuerza Naval incluían 20 suéteres, 2 bufandas con gorro ¡y 31 pares de guantes sin dedos!

(Inserto. Mrs. Nan Conway)

La Generación Perdida

Ustedes fueron la Generación Perdida, decadente, impávida, perezosa,

Nacida con el sonido de las armas y de la muerte cayendo del aire,

Ustedes asistían a sus citas casuales con una postura torpe y una lánguida curva en su espalda,

Y nosotros no admirábamos sus maneras y abominábamos el largo de sus cabellos.

 

Nosotros estuvimos de pie frente a la hoguera y agitamos nuestros tiesos cuerpos,

Nosotros, que luchamos en Flanders; nosotros, que hemos volado sobre Francia,

Y maldecimos a toda la generación – ¡a ustedes y a sus bucles similares a los de una niña!

Pobres afeminadas criaturas, muchachos que no han tenido oportunidad.

 

Nos compadecemos de ustedes más que culparlos; qué desean ser,

Nacidos en el terror de la guerra de mujeres atemorizadas y, después,

Viviendo su vida con mujeres cuyos hombres estaban sobre el mar,

Instruidos a ser hombres por mujeres - ¿cómo podían crecer para hacerse hombres?

 

Juventud de la Generación Perdida, hijos de hombres que fueron

Enseñados a ser hombres por mujeres, que los hicieron los hombres que son,

Cómo podían crecer para hacerse hombres, que se han hecho adultos para ser dioses del aire,

Quienes han dejado en el aire, por nuestra audacia, una llama de Fe como una estrella.

 

Cada noche nos agachamos junto a la hoguera y escuchamos, con el aliento contenido

Humillados hasta las lágrimas en la esperanza, fortalecidos hasta las lágrimas de orgullo,

Mientras que la Juventud que nos atrevimos a compadecer hace citas casuales con la Muerte,

E inflamados por un espíritu que no conocemos, se marcha a su paseo inmortal.

- A.A. Milne

Punch, 29 de mayo de 1940.

 

* All About Mexico (Todo sobre México). Enciclopedia de México, S.A. de C.V., 1986. Página 521

* En lo que actualmente es el Restaurante Loma Linda, en Paseo de la Reforma, en las Lomas de Chapultepec. 16 de marzo de 1940. Pip Squeak.

 

Capítulo V: Las Fuerzas Armadas

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Justo cuando la comunidad británica movilizó repentinamente sus recursos hacia la acción, después de la declaración de guerra de Inglaterra, sus hijos e hijas dieron muestras de disposición para ayudar en la lucha en contra de los enemigos del Eje. La influencia de largos años de estudio en eminentes instituciones en la Ciudad de México, como la Escuela Inglesa Mr. John Charteris para Niños, la Academia Williams y, sobre todo, la “Pryce Jones”, se hicieron evidentes en aquel momento.

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En el ejemplar de Navidad del Pip Squeak del año 1941, la editora hace el siguiente anuncio: “De las alrededor de trescientas familias británicas que ahora radican en México, de 45 a 50 de sus miembros están actualmente al servicio de las Fuerzas de Su Majestad; otros están haciendo labores de guerra de un tipo u otro en Gran Bretaña”. De la lista publicada en la misma revista, parecería que la mayoría de esos voluntarios se alistaron en la Fuerza Aérea Real. Además de la R.A.F., había voluntarios provenientes de México en el Cuerpo de Tanques, la Artillería Real, la Reserva Naval Real, los Ingenieros Reales y la Fuerza Aérea Real Canadiense. Algunos de los voluntarios estaban muy habituados a las islas británicas, por haber sido enviados a estudiar a sus escuelas desde los ocho años de edad. Para muchos, esta fue la primera visita, a pesar de haber sido instruidos en la historia y literatura de aquel país por haber estudiado en escuelas británicas en México, desde sus primeros años. Para otros, con padres ingleses y madres mexicanas, la experiencia significó luchar en un lenguaje extranjero, bajo una bandera extranjera y excluidos de cualquier instinto de arraigo patriótico.

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Desde el inicio de las hostilidades, dentro de la comunidad británica se definió como prioridad máxima el apoyo a su personal militar. Las líneas de comunicación entre los chicos que habían marchado al extranjero y sus familias se establecieron rápidamente, así como con los chicos entre sí. El Pip Squeak era un instrumento clave en la recolección y divulgación de información referente a la ubicación de los chicos, sus logros, sus ascensos, etc. Su positiva influencia no puede exagerarse, especialmente porque la estricta censura hacía que el flujo de información de hechos reales fuera mucho más difícil.

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Entre los muchos individuos dentro de la comunidad británica que no escatimaron esfuerzos para mantener la moral de los militares lejanos, una persona en particular parece haber realizado una sobresaliente contribución al respecto. Mr. Colin McCallum, cuyos hijos gemelos, Colin Jr. y Leonard fueron de los primeros voluntarios, se convirtió en un importante eslabón de la cadena de comunicación. Una enorme guerra de correspondencia, preservada por Leonard “Bunny” McCallum y amablemente dispuesta para fines de investigación, revela cientos de cartas enviadas a familias de toda la República, buscando las últimas noticias de sus miembros militares, comentando los recientes desarrollos y, generalmente, sirviendo como desahogo. Eneste papel, Mr. McCallum merece un gran crédito por el ánimo que proporcionó a mucha gente, tanto en casa como fuera de ella.

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Ningún factor fue tan importante para mantener la moral como las reuniones en el extranjero de militares provenientes de México. Dependiendo fuertemente del Pip Squeak para obtener información acerca de los detalles de sus amigos, los miembros de las Fuerzas Armadas respondían frecuentemente con entusiastas relatos de sus reuniones. Beatrice “Trixie” Mayer, ACW/2, contribuyó con el siguiente extracto de una carta fechada el 22 de enero de 1943: “...no me he reunido con ninguno de los demás “mexicanos” todavía, con excepción de Bruce Davidson, obviamente mi hermano Leonard, y Alan Stockdale. Len y yo vimos al cónsul mexicano durante nuestra partida y el es suficientemente entusiasta como para organizar algo para reunirnos a todos y hacer que nos veamos ocasionalmente. También vimos a Marjorie Conway y a Trixie y Charlie Phillips. ¡Cómo habrán cosquilleado las orejas de todo el mundo en México! Recorrimos todo el Club Reforma, hablando de todos y todo en México, y fue adorable hacerlo”.

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El “Mexico City Post” también merece crédito por su contribución a la moral militar. El editor de este periódico de lengua inglesa era un americano, Mr. George McDonald. Este señor generó un órgano de comunicación muy popular con el “Post”, elaborando artículos sobre las Fuerzas Armadas, incluyendo un “Empire Number” para la colonia británica. Los suscriptores en el extranjero recibían un descuento del cincuenta por ciento.

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Otra faceta de los esfuerzos de la comunidad para beneficio de las fuerzas en guerra, fue la hospitalidad demostrada por los británicos que vivían en Inglaterra en los tiempos de la guerra, que habían vivido en México anteriormente. Por desgracia, no existe una lista de estos amables anfitriones y anfitrionas, pero es obvio que su contribución a la moral fue un importante factor. Ciertamente, una de las más generosas familias inglesas fueron G.H.E. “Gerry” Vivian y su esposa. Gerry había sido director general de Cemento Tolteca durante muchos años, hasta su retiro en Cambridge. Una carta a Trabajo por la Victoria, fechada el 15 de julio de 1944, relata una visita a casa de los Vivian: “...siendo una casa abierta, permanentemente, a los voluntarios mexicanos y sus amigos...tocamos el “Jarabe Tapatío” en su gramófono...¡y casi lloramos de emoción!”. Entre los documentos de los McCallum, existe una carta de la muy reconocida dama de la comunidad, Isabel Pearl, cuyo hermano, Phillip Pearl, perdería posteriormente la vida en la guerra: “Mr. Vivian realmente merece un alto honor por su amabilidad con los chicos”.

La correspondencia entre los editores del Pip Squeak y los chicos y chicas en el extranjero nos da una idea más clara de sus sentimientos por México que de sus vidas en las Fuerzas Armadas. La censura era extremadamente severa. Esas cartas son tan numerosas que sería difícil elegir alguna para incluirla aquí y su rango cubre desde el humor hasta la profunda patología. Vale la pena leer el siguiente mensaje, escrito para el número de Navidad de 1943: “Estimado WFV - ...he recibido montones de golpes últimamente, en su mayoría empujones y topetazos y menos disparates que antes, sin embargo, me estoy impacientando de esperar una asignación en el extranjero, lo cual es un poco difícil y te hace perder la cabeza. La otra noche me la pasé muy bien en un recorrido por Londres, cuando un milano, después de dejar caer un huevo, atrapó un paquete de fuegos antiaéreos y se estrelló, ¡y esto no es una tontería de género!”. ¿Su autor? ¡Sir Leonard Mayer, seguramente uno de los más elocuentes miembros de la comunidad actual!

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En el mismo número de Trabajo para la Victoria, se publicó otra carta, de contenido más sombrío: “El buen trabajo ha comenzado bien para nosotros este año, pero no sin el sacrificio final de muchos grandes amigos y apreciados compañeros. Entre muchos de ellos está el muy cálido recuerdo de dos grandes camaradas, Robin Turnbull y Harold Dent, con quienes no solamente tuve una buena relación sino que también pasamos juntos los primeros meses de vida en la RAF. Su desempeño fue espléndido y nos estaban iniciando en el camino de la victoria a principios de año pero, al hacerlo, fallecieron antes de ver el final” (firmado) Neil Robinson. El 5 de noviembre de 1944, a menos de un año de haber escrito este obituario para sus amigos, el Teniente Aéreo, Neil Robinson, se reportó como desaparecido en operaciones de vuelo, “un brillante piloto y el más popular dentro del escuadrón”.

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No es difícil imaginar los sentimientos colectivos de la comunidad a medida que llegaban las oleadas de noticias de guerra. Seguramente hubieron momentos de desbordante orgullo, como cuando Fred Pool lanzó una bengala, con una sola mano, antes de que su bombardero de cuatro motores se incendiara; después, procedió a conducir su “cometa” a un aterrizaje exitoso, a pesar de que no era piloto. Y con qué angustia debe haberse recibido en la comunidad la noticia de la muerte de Douglas Turnbull, dos años después del fallecimiento de su hermano Robin y sólo a unas cuantas semanas del final de la guerra. El suspenso, el miedo, la determinación, la perseverancia, la fatiga, todos estos elementos sirvieron para estrechar los lazos de la comunidad, de una manera que tal vez nunca hubiera ocurrido en sus 125 años de historia.

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La lista de voluntarios de México, hombres y mujeres creció con cada año de guerra. Fueron repartidos en las fuerzas militares de Canadá hasta Gran Bretaña, Francia, Italia, África y la India. Había soldados, sargentos y generales; O.B.E. y D.F.C Alas, los nombres de los Desaparecidos y aquellos en la Lista de Honor también aumentaban. Trabajo para la Victoria estaba siempre en la búsqueda de artículos de especial interés. El número de Navidad de 1944 contiene un artículo de fondo, con fotografías mostrando combinaciones de hermanos y hermanas en las fuerzas Armadas. Entre ellos se incluyen Robert y Joan Blackmore, Robert y Dorothy Baker, Leonard y Beatrice Mayer y Henry y Harriet Inniss. Como múltiples miembros familiares en el ejército, había dos Turnbulls, dos Heskeths, dos Lacauds, dos McCallums, dos Forbes, dos Turners y dos Hughes.

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Además de los ejércitos en el extranjero, había un contingente de la comunidad británica que trabajaba para la guerra en calidad de civiles. Por desgracia, no existe prácticamente ninguna información a este respecto, con excepción del hecho de que este grupo, pequeño pero significativo, realmente existió. En diciembre de 1941, C.H.E. “Charlie” Phillips ocupó un cargo en la Oficina de Guerra. Su esposa Beatrice “Trixie”, conocida de soltera como Carr, es conocida por haber vivido los años de la guerra en una altamente clasificada área, cerca del Salón de los Mapas del Gabinete de Churchill. Los Phillips estaban expuestos a un terrible peligro viviendo en el Londres de aquellos años. En su caso, elegir sacrificar una vida de envidiable comodidad en México sólo puede explicarse bajo la luz de la más alta motivación: patriotismo, amor por su país y devoción al deber. A la misma categoría corresponde Mrs. Nancy Martin, quien trabajó durante cuatro años en la Oficina de Información de los Aliados en la Ciudad de México. Después, Mrs. Martin se embarcó en una travesía de 16 días en un convoy a Inglaterra, en donde se enlistó en servicio para el Ministerio de Información en Mallet Street, hasta que finalizaron las hostilidades.

El fin de la guerra se hizo inminente durante los últimos meses de 1944. Para prepararse para la celebración de la victoria, la Oficina de Información de los Aliados envió una circular a los miembros de la comunidad británica, conteniendo los planes para el Evento de la Victoria. El programa comenzaría con servicios religiosos, ya fuera en la Iglesia de Cristo o en Nuestra Señora de la Paz de Guadalupe. A partir de entonces, los miembros y sus amigos aliados fueron invitados a una fiesta Open House en el British Club. Se celebraría una fiesta para niños en el Club Reforma por la tarde. Incluso iba a celebrarse un almuerzo para los pensionados de la British Benevolent Society.

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En 1945, se organizó el British Post War Relief Committee. Su propósito era recolectar fondos para los ex-integrantes de las Fuerzas Armadas y sus familias. La comunidad continuaba con sus esfuerzos de guerra...

No obstante, gradualmente la vida en México volvió a su tranquilidad normal. Pero “no sea que olvidemos”, ese grupo único de damas inglesas que conformaron el “Hic et Ubique Club”, se dieron a la tarea de mantener viva la memoria de aquellos caídos al servicio de su país. A un costado del altar de la Iglesia De Cristo existe un libro abierto* en la página del aniversario de muerte de cada uno de los hijos de la comunidad. Un jarrón con flores y una vela encendida fueron amorosamente colocados para honrar a los muertos. La Lista de Honor se lee como sigue, en la placa de bronce que puede verse en el patio de la Iglesia de Cristo:

 

Christopher Carey

John Critchley

Harold Dent

John Donald Duncan

Lionel Emeno

Frank Fielding

Jack Forbes

Luis Pérez Gómez

Tudor Mc Griffiths

Robert Hesketh

Frederick Hogg

Stuart Trevor Hollick

Richard W. L. Holmes

Malcolm McKenzie

Sebastián de Mier

Phillip Pearl

George St. C.B. Reid

Charles Robertson

Neil Robison

Douglas Turnbull

Robert Turnbull

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(Inserto. Extracto de Trabajo para la Victoria, 1944. páginas 36-37)

(Inserto. Artículo del Mexico City Post, 15 de agosto de 1942)

(Inserto. Artículo del Mexico City Post, 29 de agosto de 1942)

(Inserto. Fotografía de la placa de bronce en la Iglesia de Cristo)

Reconocimientos

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Mucha gente contribuyó, de una manera u otra, en esta recreación de la historia de la comunidad británica en México durante la Segunda Guerra Mundial. Debemos agradecer a C.H.E. “Charlie” Phillips, aunque sea de manera póstuma, por despertar nuestro interés en el tema, hace más de una década. Ya que se encontraba en una posición clave en la Inteligencia Británica, su entrenamiento fue tal que el no podía revelar información específica sino hasta después de que hubiesen transcurrido cuarenta años, pero sus insinuaciones de intrigas y las sutiles claves fueron siempre tentadoras. Estamos en deuda de gratitud con al menos dos personas más que han fallecido: Miss Evelyn Bourchier por su recopilación de la Lista de Honor al final de la guerra y a Mr. Donald Mackenzie, que en paz descanse, quien generosa y pacientemente proporcionó su tiempo para recordar aquellos difíciles años.

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Muchos ex-miembros de la comunidad, que ahora viven en Inglaterra, fueron de gran ayuda. El capítulo acerca de la Oficina de Información de los Aliados se debe, en gran medida, a Mr. Bernard Bevan, quien tuvo la amabilidad de sacrificar muchas horas de su propia investigación para prestar ayuda a este proyecto por correspondencia. Lady Marett fue una fuente invaluable, tanto por proporcionar datos reales como por sus pertinentes impresiones de aquellos años. Mrs. E.G. “Bunty” Foote, la hija de George y Nancy Conway, consideradamente proporcionó la fotografía de su madre, de aquellas fechas.

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Entre las personas que actualmente viven en México, Mrs. Nancy Martin compartió de la manera más generosa su riqueza, tanto de memorabilia histórica como en experiencias. Sir Leonard Mayer también nos ayudó a dar un gran paso al aportar un casi completo archivo de “Pip Squeaks” y “Trabajos para la Victoria”. Esos documentos noticiosos del tiempo de la guerra demuestran ser invaluables fuentes de información y serán una valiosa propiedad de los archivos de la British and Commonwealth Society.

Muchos otros, simplemente demostrando el deseo de compartir recuerdos, fueron muy importantes para recrear el “ambiente” de ese período. Entre ellos, se incluyen Mrs. Joan Comber, Mrs. Sheila Paterson, Miss Carlota “Toti” Creel y Mrs. Tere Kuhn.

Por el muy descriptivo artículo sobre Londres y por darnos permiso de incluirlo aquí, agradecemos a Lady Hadow, conocida de soltera como Lolita Main.

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A Mr. Donald Elliot expresamos nuestro agradecimiento por proporcionar el nombre real, David T. Bamberg, del Mago Fu Manchú. ¡Tres años de investigación no habían producido información alguna!.

Finalmente, pero no por ello menos importante, estamos en deuda con Leonard “Bunny” McCallum, por el muy valioso préstamo del archivo completo de su padre (Colin McCallum) de correspondencia de guerra y actividades de la comunidad. Estos documentos privados aportaron un vistazo a las actitudes y sentimientos de la gente profundamente involucrada en la lucha, tanto de manera individual como colectiva. Nuestro profundo agradecimiento a Bunny.

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Cualquier omisión es no intencionales y, ya que este escrito es un recuento general del tema, todavía prevalecen muchas avenidas inexploradas para investigaciones futuras. Si este estudio tiene éxito en estimular el interés acerca de la comunidad británica en el período de la Segunda Guerra Mundial, entonces no hay duda de que ha cumplido su objetivo.

 

* Este libro contiene una breve referencia biográfica de cada uno de los muchachos que perdieron la vida, veintiuno en total. Fue cuidadosamente compilado por Evelyn Bourchier.

 

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